Los grupos de izquierda en el Parlament han registrado una petición para que la Administración central por medio de AENA –responsable de la gestión de los aeropuertos en las Islas– exija una nueva tasa medioambiental para los vuelos privados, una actividad que genera un gran volumen de negocio en Mallorca y Eivissa; alrededor de 16.000 y 15.000 vuelos, respectivamente. Cada uno de estos aparatos deja una enorme huella de carbono en la atmósfera, muy superior por pasajero al de los aviones comerciales. Una tasa de estas características podría tener su correspondiente impacto negativo con respecto al tráfico actual, el cual genera ingresos para AENA, tanto por tasas de aterrizaje y despegue como por estacionamiento en las plataformas aeroportuarias.
Un éxito creciente.
En los últimos años, la presencia de jets en los aeropuertos de Baleares ha aumentado de manera considerable, en especial en Eivissa desde donde se desvían aparatos a Mallorca al cubrirse la capacidad de las instalaciones pitiusas. De hecho, es en Eivissa donde se ha generado el principal movimiento de protesta contra la proliferación de estos vuelos, en especial por su impacto medioambiental, que ahora llega al Parlament. Como queda patente, las Islas son un destino de éxito, también en el segmento más elitista de turismo.
La decisión, en Madrid.
La creación de una tasa de estas características queda en manos del Gobierno central, la única administración con competencias en los aeropuertos de Balears y con una medida que en el caso de adoptarse –tanto desde Madrid como desde Bruselas– tendría un ámbito de aplicación que excedería el de nuestra Comunitat Autònoma. Es decir, los efectos sobre el tráfico de aviones privados, lo que se denomina Aviación Civil, serían homogéneos en el conjunto del Estado o de la Unión Europea. Sólo los expertos podrán determinar qué efecto se logrará sobre este tipo de vuelos.