La conmemoración, este miércoles, del Día Internacional de la Mujer será una jornada recordada por la profunda división generada en el seno del feminismo español debido al enfrentamiento político de dos partidos, el PSOE y Unidas Podemos; ambos en la izquierda y socios en el Gobierno. Este enfrentamiento, agudizado a raíz de la falta de acuerdo entre ambas formaciones para reformar la fallida Ley de Libertad Sexual –más conocida como la del ‘solo sí es sí'–, no debería enturbiar el auténtico objetivo de la reivindicación sostenida de las mujeres, y que no es otra que poner fin a cualquier tipo de discriminación en nuestra sociedad.
Rectificar un error.
El detonante más inmediato de esta situación se produce a la hora de abordar la rectificación de una norma cuya redacción genera un insoportable goteo de reducciones de penas y excarcelaciones de agresores sexuales, cuestión sobre la que el Ministerio de Igualdad y su titular, Irene Montero, no admite ningún tipo de injerencias. La iniciativa socialista ha provocado una escalada de descalificaciones mutuas, aunque no parece que ello suponga el fin de la alianza que mantiene a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Lo que parece indudable es que esta situación perjudica tanto a PSOE como Unidas Podemos, y eso ya a pocos meses de las elecciones del 28 de mayo.
La lucha continúa.
El espíritu del 8-M sigue vigente a pesar de las cuitas políticas coyunturales; queda todavía mucho tramo por recorrer en el camino de la superación de las desigualdades entre hombres y mujeres, aspecto que tiene una dimensión dramática en la violencia machista que todavía está incrustada en nuestra sociedad. Son demasiadas las cuestiones que siguen pendientes de resolver o con una aplicación todavía parcial, como son la igualdad de oportunidades o la conciliación familiar efectiva, entre muchas otras. El 8-M sigue vivo y necesario.