Los últimos datos referidos a la situación de la economía balear ponen de manifiesto una clara diferencia con respecto al resto del Estado, como lo evidencia el liderazgo en la creación de empleo y el balance del ejercicio turístico correspondiente al pasado año, que fue excelente; un escenario que hay que recordar que se proyecta en un período de clara incertidumbre derivada del conflicto bélico en Ucrania y sus indeseables consecuencias en todos los ámbitos. La economía de las Islas, por tanto, logra resistir los embates con una solidez envidiable, aunque ello no debería hacer olvidar los retos que inevitablemente debe abordar a medio y largo plazo.
Confianza empresarial.
Mantener una tasa descendente en las cifras del paro es una clara muestra de que la actividad económica en las Islas sigue activa, incluso durante la temporada baja. Esta circunstancia es un claro reflejo de la confianza empresarial, que sigue adelante con sus proyectos inversores como motor indiscutible de la generación de empleo, incluso a pesar de las medidas antiinflacionarias que impone el Banco Central Europeo y que se están traduciendo en un incremento constante de los tipos de interés. Además, cabe destacar los avances que se están logrando de cara a la desestacionalización turística; otro de los factores que contribuye a esta evolución positiva de algunos de los parámetros económicos más relevantes.
Los límites de la sostenibilidad.
Aunque resulta complicado, es inevitable apuntar la necesidad de abordar con rigor el debate sobre la sostenibilidad del actual modelo turístico, un planteamiento que puede parecer paradójico cuando se ha cerrado un año como el 2022 con unos resultados tan extraordinarios en cifras de visitantes e ingresos. La inmediatez no debe hacer olvidar algunos de los retos pendientes que Balears debe afrontar si quiere asegurar su sostenibilidad, tanto medio ambiental como también la económica.