El acuerdo para el traspaso de las competencias de Costas a la Comunitat Autònoma, que está previsto que se materialice en julio del próximo año, supone un enorme salto cualitativo en materia de capacidad de decisión política en un tema tan trascendental para las Islas. Aunque con cuatro décadas de retraso, Baleares podrá dar por acabado un anacronismo inaceptable y que, en los últimos años, se ha convertido en un foco de conflictos por la adopción de medidas erráticas e injustificadas.
Una competencia delicada.
El ámbito competencial de Costas es especialmente delicado en las Islas. El litoral es una joya paisajística y medioambiental a salvaguardar, pero también es un foco de creación de riqueza por su vinculación con el ocio y el sector turístico. Es, por tanto, muy importante actuar con claridad respecto a qué quiere hacer Balears con sus costas priorizando su protección, pero también dotando de transparencia la adopción de las decisiones. La experiencia en este sentido de la Demarcación de Costas, como organismo estatal, ha sido nefasta en todos los sentidos.
Abrir una nueva etapa.
Asumir las competencias de Costas por parte del Govern debe suponer el inicio de una nueva etapa, un punto de inflexión definitivo para abandonar el oscurantismo para marcar con nitidez las nuevas líneas de la gestión de este departamento. No cabe duda que acercar el centro de decisión a los ciudadanos puede generar tensiones, más cuando el litoral tiene un elevadísimo valor económico, pero esta es precisamente la pretensión del modelo de Estado vigente en España. Con la transferencia no solo se gana en proximidad, también en conocimiento sobre las necesidades e impacto de cada una de las iniciativas, por eso es importante que la transferencia venga acompañada de la correcta dotación financiera y de personal; es mucho lo que hay en juego.