Las donaciones en vida siguen al alza en Baleares, entre otras razones por el temor a un incremento de la fiscalidad que grava las herencias. No hay duda de que existen otros factores que influyen en esta dinámica, como puede ser el dar acceso a una vivienda para los hijos o la voluntad de repartir el patrimonio en función de los deseos propios y evitar eventuales disputas entre los herederos. Sin embargo, el factor más influyente es intentar reducir la carga fiscal que supone la recepción de un bien de padres a hijos o de un familiar. La transmisión puede significar enormes desembolsos según la comunidad autónoma en la que se realicen; circunstancia que no siempre entienden los afectados.
Presión fiscal excesiva.
Pretender obtener recursos a partir de las donaciones y herencias genera un cuadro de fiscalidad que, en el caso de Balears, oscila entre el 1 y el 20 %; porcentajes que pueden llegar al 34 % en función del grado de parentesco. Habría que añadir en todos los casos el abono de las correspondientes plusvalías municipales. El escenario final es inasumible para muchos herederos, que se ven obligados a endeudarse o vender parte del patrimonio para poder hacer frente a los costes fiscales. Los ejemplos más extremos serían quienes directamente renuncian por no poder hacer frente a los gastos y deudas acumuladas.
Patrimonio desincentivado.
Con una presión fiscal desmesurada, lo único que se consigue es frenar el interés por incrementar y mejorar el patrimonio que se quiere legar. Esto acaba desincentivando el espíritu emprendedor de muchas familias. Los padres trabajan con el interés de ceder a sus herederos unos bienes con los que mejorar su calidad de vida y tratar de entorpecer esta dinámica es un grave error. La reacción social no tarda en salir a flote, como ocurre en el caso de las donaciones, para tratar de eludir lo que se interpreta como una confiscación injustificada.