La Unión Europea está modificando a la baja todas sus previsiones económicas para este ejercicio y el de 2023, los recortes se consideran «significativos» en las tasas de crecimiento del PIB en toda la Eurozona, mientras que la inflación seguirá castigando a las empresas y ciudadanos. España, por desgracia, no se libra de este escenario adverso ya que calcula que este año el crecimiento será del 4 por ciento –un 1,6 por ciento menos de lo inicialmente previsto–, mientras que la tasa de inflación sufrirá un repunte hasta el 8,1 por ciento. Los analistas comunitarios culpan a la guerra en Ucrania como el foco principal de esta coyuntura adversa.
Inflación desbocada.
Aunque, en términos casi inapreciables, se prevé que el PIB español supere el 2,7 por ciento previsto para el conjunto de la UE en 2023, lo cierto es que el índice del 8,1 por ciento en la tasa de inflación duplicará la de este año debido, en buena medida, a los efectos del conflicto bélico y sus consecuencias en el encarecimiento de la energía. La espiral, y es preciso insistir en ello, tiene una dimensión continental y, por tanto, requiere actuaciones conjuntas. De hecho, Bruselas ya se prepara para un corte total del suministro de gas procedente de Rusia.
El impacto en Baleares.
La economía balear, por el enorme peso que tiene todo el sector turístico, está muy vinculada a la evolución del conjunto de la economía europea y de manera muy especial a los países emisores. Alemania y Francia, dos mercados muy importantes para las Islas, trabajan ya de cara a una evolución negativa de la actividad económica; una deriva de la que no se librará Gran Bretaña a pesar de su salida de la UE. La Unión Europea está encendiendo las primeras luces de alarma económicas para los próximos meses, advertencias serias que no deberían caer en saco roto en las Islas; estar prevenidos puede minimizar los efectos.