Como una mancha de aceite, la saturación del sistema sanitario se extiende. Aunque son múltiples las causas, una de las principales está en el rebrote de los casos de COVID-19. En las últimas semanas, las cifras de contagios han aumentado de una manera espectacular y aunque la sintomatología es más leve que en las anteriores oleadas –consecuencia del efecto de las vacunas–, lo cierto es que los servicios de urgencias e ingresos hospitalarios atienen un número creciente de pacientes. En el caso de Balears, el IB-Salut da cuenta de la contratación de profesionales, en su mayoría enfermeras y médicos, para suplir las vacaciones y mantener la atención en estos meses de veranos. Sin embargo, queda en el aire la respuesta de si el esfuerzo será suficiente.
Faltan profesionales.
Lo ocurrido en el centro sanitario de Porto Cristo puede ser paradigmático. La falta de médico ha obligado a su cierre y derivar las urgencias a Manacor. Para el IB-Salut se trata de una cuestión puntual, pero la escasez de personal dificulta cubrir bajas y vacaciones en toda la red pública. Mientras, las quejas de los usuarios van en aumento en una temporada de enorme presión asistencial a causa, como se ha advertido, de la COVID-19 y de la cifra de visitantes que registran las Islas. Esta temporada también está poniendo al límite la capacidad del sistema sanitario público en Balears.
Seguimiento permanente.
En las actuales circunstancias es imprescindible reclamar por parte de los responsables institucionales un seguimiento constante de la demanda asistencial. Contar con los profesionales suficientes es en estos momentos una necesidad imperiosa, que no se puede resolver apelando a los profesionales del IB-Salut que ya van saturados por los dos años de la pandemia. Sería un error permitir que se ponga en entredicho la calidad de Sistena Nacional de Salud por simple falta de previsión.