Un importante paquete de medidas en ayudas directas y bonificaciones, valoradas en 5,5 millones de euros, ha permitido al Govern la desconvocatoria de los paros anunciados por el sector del transporte en Baleares a partir del próximo lunes. El Consolat de Mar ha sido mucho más ágil que el Gobierno central, que sólo hasta hoy –diez días después del inicio de la huelga– ha decidido convocar al sector para cerrar un acuerdo que neutralice una espiral de crispación social que está a punto de estallar. Aunque el impacto del acuerdo balear está limitado por los problemas en los puertos de Barcelona y Valencia, lo cierto es que demuestra que sólo la negociación resolverá un conflicto que afecta a todo el tejido productivo del país: el sector primario y la industria.
Lineales vacíos.
La preocupación ciudadana aumenta en la misma medida que los lineales de algunos productos básicos –leche, harina, pasta, arroz, aceite...– quedan vacíos en los supermercados por la coincidencia del desabastecimiento por la acción de los piquetes y del injustificado acaparamiento de algunos consumidores. No obstante, resulta innegable que la reacción institucional no podía demorarse por más tiempo porque día a día se están sumando más colectivos y autónomos a la protesta por el desaforado e insoportable aumento en el precio de los combustibles. Una prueba de ello es la adhesión a la protesta de taxistas y autocares.
Reunión clave.
El encuentro de tres ministros con la representación de los transportistas debe ser decisivo para frenar el descontento social y empresarial. Los ciudadanos también sufren las consecuencias de una crisis agravada por el conflicto en Ucrania y que está teniendo un efecto inmediato en la subida de los precios. El problema pone a prueba la capacidad de reacción de los mercados y la sensibilidad institucional para tratar de resolverlo.