El cruce de acusaciones entre la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y la dirección estatal del Partido Popular a cuenta de la investigación con detectives privados sobre el cobro de comisiones de un hermano de la líder madrileña por parte de su gobierno durante la pandemia ha abierto una grave crisis en el PP. El tema ha levantado una enorme polvareda política en las filas conservadoras y ha abierto en canal la formación conservadora entre partidarios y detractores de uno y otro bando, un enfrentamiento larvado que obliga a dejar vencedores y vencidos; la peor de las opciones para cualquier partido político.
Personalismos enfrentados.
El distanciamiento personal y político entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso no es nuevo, aunque tras la incontestable victoria electoral de la política madrileña ha elevado el tono de las discrepancias. La última sobre la estrategia a seguir en las relaciones con Vox. Desde hace meses, la cúpula del PP ha tratado de corroborar o desmentir el cobro de comisiones por parte de un hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid, operación filtrada a los medios de comunicación y que ha generado la indignación de Ayuso y por el que se le ha abierto un expediente interno. Las próximas semanas serán determinantes para conocer el alcance en profundidad de las heridas que se están provocando las dos facciones.
Casado, la apuesta final.
El ataque frontal a Isabel Díaz Ayuso por parte de Pablo Casado sitúa el encontronazo en un callejón sin salida. Barones importantes del PP, como el alcalde de Madrid o el presidente gallego, Alberto Núñez Feijoó, no han ocultado su distanciamiento con respecto a la voluntad de cuestionar la gestión de la líder madrileña. En el PP se ha abierto una guerra fraticida sin cuartel para beneficio de sus adversarios políticos más próximos. El desconcierto de la militancia, simpatizantes y votantes del PP actual hunde al principal partido de la oposición.