Desde el Govern se lanzó ayer un mensaje por medio de las redes sociales en el que se hacía un llamamiento a la prudencia de la población ante el incremento de contagios, una sexta ola en la que todo indica que la variante ómicron del virus está avanzando de manera mucho más rápida de los que se había previsto en un primer momento. Por fortuna, y es preciso insistir en ello, con una afección más leve que en las oleadas anteriores de la pandemia. La comunicación del Govern destacaba la incidencia muy superior de los ingresos en UCI de contagiados sin ningún tipo de inmunización frente a los que habían cumplido las pautas de vacunación.
Colaboración institucional.
Apelar a la responsabilidad personal es indispensable en la actual situación, pero también lo es contar con el respaldo institucional. En este contexto, la decisión del Ajuntament de Palma de suspender las tradicionales torrades de la víspera de Sant Sebastià, patrón de la ciudad, es coherente con la progresión de contagios. Es el momento de adoptar todas las medidas necesarias para minimizar las consecuencias de esta nueva ola de la COVID, una tarea que, a la vista está, debe comprometer a todos los estamentos de la sociedad. El anuncio del Ajuntament de la capital balear se suma al de otros municipios que también han optado por restringir al máximo los eventos que convocan mucho público y en los que es imposible mantener las distancias de seguridad.
Toma de conciencia.
Los buenos datos de semanas atrás se están esfumando día a día, circunstancia que obliga a reaccionar de nuevo para evitar el temido colapso sanitario y sus trágicas consecuencias. Las vacunas se han demostrado como el método más eficaz de protección contra la COVID, un hecho que es irrefutable desde la perspectiva científica y corroborado por los datos estadísticos. No caben, entonces, las dudas sobre la necesidad de lograr extender la vacunación.