Numerosas empresas vinculadas a destacados sectores productivos de Balears están siendo víctimas de un fenómeno de ámbito mundial: la falta de suministros a causa de una demanda disparada y la escasez de materias primas. Las consecuencias más inmediatas son el encarecimiento de los precios y, además, el retraso en las entregas. El impacto negativo afecta de manera muy especial a un territorio insular como el nuestro, donde las posibilidades de diversificación de proveedores se complican. De momento, el sector de la construcción es uno de los más afectados, pero no es en absoluto el único. Y lo más preocupante es que no se adivina el fin de esta situación.
Reactivación económica
Con el fin de la pandemia y el levantamiento de restricciones, la mayoría de países occidentales ha reactivado de una manera casi simultánea toda su actividad económica. La demanda de bienes y servicios se ha disparado tratando, incluso, de recuperar todos los meses perdidos. La consecuencia ha sido la generación de un problema mayor al superar la capacidad de respuesta del sector industrial. Dentro y fuera de España. La falta de hierro, acero, madera, aluminio... en todas sus elaboraciones se sirven a cuentagotas y con unos precios muy superiores a los contratados. Empresas transformadoras y consumidores en las Islas ya notan los efectos.
Dependencia exterior
La crisis de la COVID-19 ha mostrado también que la internacionalización de la economía tiene un reverso de consecuencias impredecibles. Primero fueron los problemas con el material sanitario –mascarillas y respiradores– y ahora las materias primas que demandan los gigantes de la industria mundial. La mancha de la escasez se extiende de manera preocupante. El gas y los carburantes fueron la primera advertencia. Ahora se conocen nuevos avisos.