La ansiada ampliación del hospital comarcal de Manacor ya figura en la agenda inversora del Govern. Es un proyecto que requerirá 76 millones de euros para unas obras que no comenzarán hasta el próximo año.
Se cumple así una larga demanda de los municipios y vecinos que tienen esta instalación como principal referencia sanitaria, la cual había quedado sobradamente saturada por el aumento de la población a la que da servicio. Sin embargo, y esto es lo más grave, el problema afecta al conjunto de las infraestructuras públicas de Balears, la práctica totalidad de las cuales no ha cumplido sus proyecciones de futuro.
Servicios desbordados.
El Hospital de Manacor, con alrededor de veinticinco años en servicio, requiere la ejecución de un rediseño integral para poder adecuarse al crecimiento demográfico de toda su área de influencia. Lo mismo podría decirse del resto de centros hospitalarios del IB-Salut –Inca, Son Llàtzer y Son Espases–, los cuales también se han visto desbordados a los pocos años de su inauguración. Otro tanto ocurre con los centros educativos y el resto de infraestructuras públicas –depuradoras, red viaria, aeropuertos, puertos del Estado...–. Son infraestructuras básicas –con independencia de su titularidad– con claros síntomas de bordear el colapso. Las previsiones de crecimiento se incumplieron casi desde el primer día de su entrada en servicio.
El momento del REB.
La aportación del factor de la insularidad del REB, aceptado por el Estado, con una dotación de 540 millones para los próximos cinco años tiene en este apartado una función irrenunciable de actualización de todos estos desfases. Son los ciudadanos los principales perjudicados por unos servicios públicos colapsados y obsoletos para hacer frente al enorme –y en apenas unas décadas– crecimiento demográfico de las Islas.