La imagen de Baleares como destino turístico sigue siendo un activo muy sólido, incluso con una pandemia tan grave como la COVID. Así lo evidencian los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que reflejan que las Islas acapararon más del 42 por ciento de las llegadas de visitantes extranjeros el pasado mes de julio; todo un hito teniendo en cuenta las actuales circunstancias. La evolución de la temporada permite adelantar que en el mes siguiente se ha mantenido la tendencia, y eso a pesar de las incertidumbres a las que se ha visto sometido el sector. Estos buenos resultados son, sin duda, producto de un esfuerzo colectivo que merece ser reconocido.
Un destino de confianza.
Baleares, por desgracia, no ha quedado al margen de los estragos de la pandemia. Las sucesivas oleadas también han castigado con dureza a la población, como lo vienen reflejando las tasas de contagio, y el sistema sanitario. Sin embargo, en paralelo se ha logrado desplegar un ambicioso dispositivo de vacunación y control que ha generado la confianza suficiente en los principales mercados emisores. La labor institucional, en especial de la Conselleria de Turisme, junto con los principales agentes se ha centrado en abrir canales de comunicación que facilitasen un clima de tranquilidad; todo un logro en los tiempos actuales. La estrategia ha dado unos resultados positivos.
Evitar la complacencia.
La amenaza de un repunte de los contagios existe, el peligro es real, hasta el punto de dar al traste con todo lo logrado. Es por ello que sigue siendo imprescindible la toma de conciencia sobre las medidas de prevención y ultimar las campañas de vacunación, Baleares debe ser un lugar seguro para recibir visitantes, nacionales e internacionales. Todo indica que la temporada de verano ha conseguido alcanzar unos niveles impensables en los primeros meses, una prueba más de la fortaleza de nuestra industria turística.