El precio de la electricidad alcanza, día tras día, nuevos récords en una escalada que no parece tener fin ante la incredulidad y el estupor del ciudadano. Como era previsible, el tema se ha convertido en uno de los ejes de la disputa política entre el Gobierno y la oposición. Es una polémica, además, que distancia al PSOE y a Unidas Podemos, uno de cuyos dirigentes –Pablo Echenique– amenazaba ayer en la red Twitter con protestas sociales y eso a pesar de que su partido tiene sentados a varios de sus militantes en el Consejo de Ministros. Lo cierto es que España, junto con Portugal, tiene los precios más elevados de la factura eléctrica de toda la Unión Europea.
Un enigma.
Tratar de averiguar las razones por las que se ha entrado en esta espiral de precios al alza resulta ser una tarea más que compleja; podría decirse que es hasta imposible. La ministra de Transición Energética, Teresa Ribera, ha llegado a apuntar al presidente de Rusia, Vladímir Putin, como uno de los responsables de la situación por las restricciones que impone en el suministro de gas a Europa. Sin embargo, la Unión Europea ha tenido que recordar al Gobierno español que sí dispone de mecanismos legales que pueden atemperar estos precios ya inasumibles para particulares y empresarios, más allá de la rebaja temporal del IVA. En todo caso, resulta obvio que el modelo actual, de subasta, no resulta efectivo para moderar el mercado eléctrico.
Intervención urgente.
Las organizaciones de consumidores y empresariales, también de Balears, han dado la voz de alarma sobre el impacto negativo que tiene sobre la economía familiar y de sus empresas esta imparable subida del precio de la electricidad. Sin duda, el Gobierno debe arbitrar ya medidas que rebajen el recibo. Es una cuestión sobre la que no caben más excusas dilatorias ni más cortinas de humo político.