A la espera de la revisión, el 7 de junio, del semáforo que aplica el Reino Unido para clasificar los países según su índice de vacunación, el Foreign Office informó este fin de semana que «no ha habido cambios respecto al nivel de nuestra recomendación para las regiones de España». Añade que «continuamos recomendando que no se viaje a España si no es por cuestiones esenciales, incluidas las Baleares, pero excluidas las Canarias». Autoriza los viajes no esenciales al archipiélago atlántico, pero no a Baleares. Los informes del Public Health England sobre el riesgo de contraer la COVID-19 en cada país determinan los avisos del Foreign Office. Estas advertencias no coinciden con el semáforo de Boris Johnson para valorar el peligro de los viajes en la salud pública británica. «Eso explica que mientras el semáforo tenga a toda España en ámbar, el Foreign Office pueda desaconsejar viajes no esenciales a España y a Baleares pero no a Canarias», destacó ayer Hosteltur.
Doble vara de medir.
Esa doble vara de medir genera confusión y dificulta la llegada de los turistas británicos. Aunque pueden viajar a los países en color ámbar –caso de España, Grecia y Francia– con pruebas PCR y cuarentena al regresar a Gran Bretaña, Boris Johnson proclama que «los países en ámbar no son para ir de vacaciones». Y el ministro de Sanidad, Matt Hancock, solicita no ir a los destinos marcados en ámbar por el Ejecutivo, con severas advertencias sobre el riesgo de contagiarse, la cuarentena obligatoria y las pruebas PCR exigidas, así como una multa de 10.000 libras en caso de infracción.
Planteamientos contradictorios.
Estos contradictorios criterios de Londres perjudican a los destinos como Baleares, donde el turismo británico tiene gran peso y relevancia. No tiene sentido que el Gobierno diga que no se viaje a los países en ámbar pero al mismo tiempo publique las condiciones para poder ir. Permite viajar pero les pide que no vayan.