Luis Álvaro, de 29 años y natural de Mallorca, decidió dejar atrás la rutina para vivir una experiencia única: recorrer Europa en moto. Tras estabilizar su vida laboral y alquilar por habitaciones la casa que había comprado, encontró la libertad de tiempo que necesitaba. «Una amiga de Marsella me llamó, y sin pensarlo dos veces, cogí la moto, un ferry a Barcelona y me lancé al viaje», explica.
La aventura comenzó con un salto al sur de Francia, y pronto se convirtió en algo mucho más grande. Inspirado por otros amigos que habían viajado en moto hasta Asia, Luis no quiso ser menos. Atravesó Francia, Bélgica, Países Bajos, Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Suiza y España, sumando más de 10.000 kilómetros en poco más de dos meses.
«Me sentía como un rey mallorquín sobre mi caballo blanco, que era mi moto. Cuando pasé por Lyon y vi la estatua de Luis XIV, me monté mi película: yo era otro Luis, viajando por el mundo», cuenta entre risas. Esta fantasía le acompañó por el norte de Europa, donde se sintió «como un rey vikingo, solo ante el mundo, rezando por buen tiempo».
El clima fue uno de los grandes desafíos, especialmente en el norte de Francia, donde le llovió casi a diario. «Llamaba al Rey Sol, como Luis XIV, para que me echara una mano, y por suerte en Escandinavia el tiempo fue increíble. Dormía en mi tienda de campaña con mi saco, y me sentía libre».
La moto, una Honda CB500F de color blanco perlado, fue su fiel compañera de ruta. Solo el primer día dio problemas por sobrecalentamiento, pero después se comportó perfectamente. Durante el viaje solo cambió un neumático y el aceite al final del recorrido.
No todo fue fácil. Uno de los peores momentos lo vivió en la localidad francesa de Mâcon. «Me metí por un barrio complicado, solo quería cenar, pero me ofrecían drogas por la calle. Dormí en mi tienda y de madrugada escuché disparos a 100 metros. Me asusté muchísimo».
Preguntado por qué decidió embarcarse en esta aventura, Luis responde con naturalidad: «Primero fui a ver a una amiga, pero luego me dije: vamos a darnos una vuelta, a cambiar de aires, ver sitios nuevos y representar a todos los mallorquines y españoles fuera de la isla».
Tras 70 días de viaje, volvió a casa satisfecho, con historias que contar y una certeza: ser buena persona y tratar bien a los demás siempre le abrió puertas. «Sé bueno con la gente y el mundo será bueno contigo, eso me ha salvado en muchos momentos».
¡El gris del asfalto es mi color favorito! 😎Pero no te creas, también hubo muchos colores: amaneceres, ciudades increíbles y rutas espectaculares! 🗿🚀😘