La ropa que cuelga de un perchero puede definir una época y una sociedad. Así de convencida está María de Lluch Estrany, que en los últimos días está liquidando las existencias de su tienda Draps, que cerrará justo antes de Semana Santa. Situada frente al Teatre Principal, durante 43 años ha traído las tendencias directas de París y Milán, además de hacer un hueco a diseñadores emergentes de Mallorca. Estrany deja un hueco en la moda más vanguardista de Palma. Una de las clientas que rebusca entre las liquidaciones, con descuentos de entre el 50 y el 70 por ciento, dice de manera espontánea: «La mejor tienda de Palma. Y quedan pocas con personalidad».
La propietaria de la tienda, que estudió diseño en la Escuela de Artes y Técnicas de la Moda en Barcelona en 1982, recuerda que «después de estudiar, quise volver a Mallorca. Abrí la tienda en la calle Vidriera y producíamos aquí nuestros diseños, pero en 1986 tuvimos que dejar de fabricar porque iban cerrando los talleres». Una tendencia que se repitió en toda España.
Estrany cierra en breve pero se va con buen sabor de boca: «He tenido las mejores clientas de Mallorca porque han entendido todos los cambios de la moda». El paso de las hombreras al pantalón de pitillo, del tiro bajo de los ‘dosmiles’ al talle alto de cintura con pata ancha de la actualidad. La empresaria y diseñadora es capaz de radiografiar el armario de las mujeres. Y advierte que «siempre ha habido un público que busca cosas diferentes».
Hace unos años decidió dar una oportunidad a jóvenes diseñadores de la Isla como Adriana Meunié, ya consagrada, o la cerámica de Juan Roig, así como los muebles de 2 Monos. Con una jovencísima Meunié intentó lanzar una colección de ropa sostenible diseñada y fabricada en Mallorca, pero la progresiva desindustrialización de la Isla complicó la tarea.
Con buen ojo, también ha sabido traer a Palma marcas hasta entonces desconocidas como Maje, Sandro o la primera colección de Isabel Marant, antes de hacerse con fama mundial. Y tampoco faltaban los favorecedores vestidos camiseros de Diane von Fürstenberg.
Lamenta la homogeinización del tejido comercial de los centros de todas las ciudades y alaba el estilo de la mujer mallorquina: «Si las extranjeras optan por el monocolor, las insulares tiene un estilo más personal, más casual, que quiere ante todo sentirse bien».