Afirma que volverse loco es una de las mejores cosas que le han pasado en la vida. Hace siete años, el cómico y presentador Ángel Martín (Barcelona, 1977) sufrió un brote psicótico que dio con sus huesos en el ala de psiquiatría del Hospital Puerta de Hierro de Madrid, donde permaneció varias semanas. La salvaje historia de como se derrumbó su vida la narró en primera persona en Por si las voces vuelven, un libro donde -como aquel álbum de Andrés Calamaro- analiza con honestidad brutal las circunstancias que le hicieron tocar fondo. Tras aquel sorprendente testimonio sobre la locura, vive un momento pleno, controlado e hiperactivo, conduciendo un exitoso podcast y llevando su monólogo Punto para los locos por todos los rincones de España. Trui Teatre lo recibe hoy a las 21.00, dentro de la parrilla del FesJajá.
¿Cansa que en todas las entrevistas le pregunten como está?
No, porque es una rutina que nos sirve para romper el hielo.
¿Quién es, a dónde va y de dónde viene Ángel Martín?
Es una pregunta muy filosófica. Digamos que soy un tío que hace comedia con las palabras.
¿No se siente demasiado expuesto al enfrentarse al publico con un texto que es un ejercicio introspectivo tan intenso?
No, es una decisión voluntaria que toma uno, el cómico decide lo que escribe.
¿Alguna vez se le ha acercado un perfecto desconocido con un mensaje al hilo de sus libros o espectáculos que ha conseguido conmoverle?
Sí, muchísimas veces, es habitual. Es normal si piensan que se sienten identificados con alguna cosa que cuento.
En una entrevista afirmaba que ‘he hecho limpieza y he sacado de mi vida a mucha gente’, ¿ha aprendido a priorizar aquello que verdaderamente importa?
Sí, aprendes a tomar decisiones de forma muy consciente y solo incluyes cosas que aporten en tu vida.
Siempre se ha dicho que la música es una buena terapia para acompañar los tratamientos mentales...
Pues no lo sé, aunque sin duda es un gran vehículo emocional...
¿Qué grupos escucha?
No tengo una guía muy fiel, me gusta descubrir cosas nuevas.
Se tiende a pensar que la locura implica un ralentizamiento de las facultades mentales cuando lo cierto es que, en muchos casos, multiplica la velocidad del pensamiento...
Depende de cada caso, yo hablo de mi experiencia, y en mi caso mi cabeza iba a una velocidad de vértigo.
Dijo que sospecha que la locura sabrá encontrar nuevas herramientas si necesita volver, ¿le da miedo volver a caer?
Sé que si la locura quiere volver encontrará nuevas formas de hacerlo, pero no vivo con miedo.
Aunque el hilo argumental de su espectáculo está muy definido, ¿cuáles son sus modelos humorísticos?
Sigo a mucha gente, la comedia está en constante evolución, aunque no sigo un tipo de comedia concreto… Me gusta Dave Chappelle, Ricky Gervais, George Carlin y en España Berto Romero y Raúl Cimas.
¿Hay mucha improvisación en su show?
Cero, a menos que suceda algo muy concreto en el teatro ese día.
¿Cuál es el objetivo de su espectáculo ‘Punto para los locos’ y qué armas despliega para conseguirlo?
La intención de Punto para los locos es pasarlo bien porque sino no sería un monólogo sino una charla. Mi intención es que cualquiera que salga del teatro tenga claro que no está solo, que salga pensando que tiene herramientas para mejorar.
¿Qué anécdota en directo llamó más su atención?
Me llama mucho la atención la gente a la que las reglas del teatro le dan igual, y cuando acaba la función se suben al escenario para despedirse.
Uno de los grandes momentos de este espectáculo se produce cuando…
Al final, porque se entienden muchas cosas.
Dicen que hacer reír cuesta más que hacer llorar. ¿Es algo que se aprende o sin talento no hay nada que hacer?
Hay algo de ambas, pero la risa es una emoción más complicada de conseguir.