Mallorca es mucho más que ensaimadas, molinos y La Seu. La Isla ha generado y genera una gran cantidad de elementos más cotidianos pero igualmente icónicos que forman parte de nuestro paisaje sentimental. Y, en algunos casos, de nuestra piel. Es el caso del estudiante de Diseño Industrial Lluc Pallicer (Palma, 1998) que hace unos pocos años, a finales de la pandemia del COVID-19, decidió tatuarse uno de los antiguos trenes diésel del TIB. Pallicer no es el único que ha decidido inmortalizar uno de estos vagones del Transport de les Illes Balears.
Y es que, con mucha seguridad, la mayoría de nosotros hemos pasado mucho más tiempo en el interior de un vagón de los servicios ferroviarios del Transport de les Illes Balears que viendo la puesta de sol de sa Forada, recorriendo el Castell de Bellver o luciendo un vestit a l’ample.
Pallicer toma la palabra para reflexionar acerca de que «considero que los tatuajes no tienen porque poseer siempre un motivo explícitio. Puede ser una razón estrictamente pictórica. Podemos hablar de Mallorca de muchas maneras. No hace falta que sea con una palabra o la silueta de la Isla. Mallorca tiene mucho más que esto. Cualquier diseño como este mismo puede ser mucho más representativo que otros más usados».
Icono retro
Preguntado por cual fue el motivo que le empujó a portar para siempre el dibujo de uno de los medios de transporte público más usados en Balears, el joven reconoce que «no fue por estima. Pero sí que es verdad que terminé por decidirme cuando el Govern vendió a Kenia varios vagones como este. Me pareció poco ético. Ya no vivía en Mallorca y tener una imagen representativa del lugar donde vives siempre es un buen argumento».
No es de extrañar que muchas personas queden sorprendidas al ver esta imagen en la que un tren avanza de manera frontal sobre unos raíles como si fuese a traspasar la piel del dueño y salir al exterior. «La gente que lo ve le suele llamar bastante la atención, la verdad. En mi caso, antes de tatuarme el nombre de mi madre, por ejemplo, me pondría algo que me recuerde a ella. Esto es lo mismo».
De Palma a Kenia
Y es que existe un motivo biográfico que enlaza este modelo concreto de ferrocarril con la memoria de un Lluc que era un niño a mediados de la primera década de los dos mil. «Yo soy de Palma y por ese motivo me acuerdo de las obras de soterramiento del tren y el metro en la calle Jacint Verdaguer. Tengo grabado estar obligado a cruzar por esos puentes de andamios cuando iba a la casa de mi abuela a visitarla», rememora Pallicer antes de afirmar que el tren del TIB es el único de sus tatuajes que hace referencia a Mallorca.
En marzo de 2020 el Govern de Francina Armengol vendió a la empresa pública de ferrocarriles Kenya Railways once unidades de tren diésel por un total de 9,6 millones de euros. Serveis Ferroviaris de Mallorca y Amics del Ferrocarril afirmaron en su día que uno de los trenes sería preservado en el espacio museístico de Son Carrió con la intención de mantener el recuerdo de un emblema cotidiano de Mallorca que para siempre estará en la piel de Lluc Pallicer.