Entre vítores -¡Viva San Pedro! ¡Vivan los pescadores! ¡Y que vivan los que no están!-, y una lluvia de confeti, y cargado por la familia de pescadores de los Garrotes, la imagen de Sant Pere alcanzó el Moll de Pescadors de Palma y desató el fervor marinero por su santo patrón. Un año más, la Confraria de Pescadors de Palma y la Esglèsia de Santa Creu organizaron ayer la tradicional procesión marinera de Sant Pere. «Desde la creación de la parroquia en los siglos XIII y XIV, Santa Creu siempre ha estado vinculada al puerto y a los pescadores. Tenemos dos figuras: el retablo de la Capella de Sant Pere, y la imagen que procesiona, hecha en los años cuarenta en los talleres de imaginería religiosa de Olot», explica el rector de Santa Creu, Nadal Bernat.
Al ritmo de los xeremiers Joan Carles Munar, Joan Lluís Cañellas, Josep Campins y Pep Manel Ordoñez, tras la explosión de una sonora traca, la procesión arrancó a las 18.30 horas desde Santa Creu; descendió a la Plaça Drassanes y desde allí enfiló el Passeig de Sagrera. Llegados al Moll de Pescadors, el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, ofició una misa de campaña en honor a Sant Pere, que contó con la música del Orfeó Balear, que cantó bajo la dirección de Daniel Mulet. El evento contó con la presencia del presidente del Consell de Mallorca, Llorenç Galmés, así como alcalde de Palma, Jaime Martínez, entre otras autoridades.
Acabado el oficio, la imagen del santo, restaurada en 2023 por el taller Xicaranda, fue portada al barco de pesca Josep Paraguay Nou para dar inicio a la procesión marítima. El santo no viajó solo, sino que estuvo acompañado por una decena de embarcaciones, engalanadas con guirnaldas de colores, y con la música flamenca animando el ambiente. En mitad de la travesía, se lanzó un ramo de flores al mar, en homenaje a los pescadores que han fallecido este año. A las 21 horas, Sant Pere alcanzó tierra firme, y los cofrades lo retornaron al oratorio de Sant Elm. La velada concluyó con una animada verbena en el muelle, donde no faltó ni la música, ni la carne a la parrila, ni las ganas de fiesta.