Un apasionante interior con terrenos ideales para el senderismo, playas vírgenes y un mundo acuático que invita al buceo y al submarinismo con tubo. Se trata de la isla de Jeju y es sorprendentemente parecida a Mallorca a primera vista. Sin embargo, ésta se encuentra 10.012 kilómetros más al este en línea recta, en el Mar de China Oriental, y sólo tiene la mitad de tamaño que Mallorca.
La mayor isla de Corea del Sur sorprende a sus visitantes con majestuosas montañas, verdes plantaciones y el monte más alto del país, Hallasan, que se eleva 1950 metros sobre el nivel del mar. Está situada en el centro de un parque nacional y los lugareños la consideran un lugar sagrado, ya que se asocian a ella varios mitos y leyendas. En conjunto, la cadena montañosa que lo rodea recuerda a la Serra de Tramuntana, ya que atrae a miles de excursionistas cada año. Pero Jeju ofrece aún más vistas y maravillas naturales, como el sistema de túneles de lava de Manjanggul, de ocho kilómetros de largo, que es único en el mundo.
Pese a que muchos desconocen casi por completo esta pintoresca isla, es uno de los destinos favoritos de los asiáticos. Esto se debe a que casi 200 aviones vuelan de Seúl a Jeju todos los días en temporada alta, llegando a realizar hasta nueve conexiones por hora. El vuelo dura algo menos de hora y media y también es posible ir mediante una travesía marítima -como a Mallorca- en ferry desde los puertos de Busan, Nokdong y Yeosu. Dependiendo del puerto, el viaje puede durar entre tres y seis horas. Jeju cuenta entre 12 y 16 millones de veraneantes al año, por lo que acoge a tanta gente como el archipiélago mallorquín.
Jeju ofrece numerosos lugares de interés y goza de un clima suave todo el año. Foto: Jasper C. Carton/ pixelio.de
En Jeju también es frecuente encontrar las figuras cinceladas típicas de la zona, los llamados Dol Hareubang. Éstas se consideran el principal símbolo de la isla, «testigos del tiempo» y amuletos de fertilidad y protección. Además, las costas de Jeju, como por ejemplo la playa de Gwakji, pueden estar bastante concurridas, sobre todo en verano, por lo que el debate sobre el turismo excesivo es inevitable.