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Vivir junto a un solar con okupas, aceras rotas, suciedad y cables al descubierto

Jesús Molina ya no sabe a qué puerta llamar para que alguien se preocupe por el desorden que le rodea

En la calle, reformada a medias, las raíces de los árboles rompen la acera. | Click

| Palma |

Uno de nuestros ciudadanos de a pie nos llama para llevarnos a otro domicilio de la calle Manacor, casi enfrente de lo que fue ‘La casa de los horrores', una casa de okupas que dio de qué hablar no hace mucho y que hoy permanece cerrada tras haber sido desalojada.

El ciudadano de Palma se llama Jesús Molina. Está casado, es jubilado y vive en una primera planta cuya fachada da a la citada calle. Desde el otro lado, a través de la ventana, divisa un solar propiedad de la Sareb en el que viven okupas desde hace tiempo, personas que algunas noches –como las del último fin de semana– montan fiestas que interrumpen el sueño de los que se han dormido o impiden conciliarlo si están en ello. Molina dice que llama a la policía, que esta viene, que habla con ellos, y que cuando los agentes se van vuelven a hacer ruido. Naturalmente, los días de más ‘jaleo' son los del fin de semana.

El vecino, además, señala un poste que hay en la acera. «Desde hace 18 años está ahí junto con otro que está enfrente, a unos veinte metros», explica mientras lo muestra. Luego nos cuenta el motivo: «Antes aquí había un edificio que se tiró con la intención de construir en su lugar otro, cosa que no ha ocurrido, pues ahí sigue el solar, que además ahora está okupado».

18 años y siguen ahí

Observamos que los postes están en ambos extremos del solar, que está vallado con una puerta a la que los okupas han puesto cadena y candado para que nadie entre. Son postes ligeramente inclinados que emergen sobre la estrecha acera de la calle, unidos de la forma más improvisada por cables eléctricos, los mismo que iban por la fachada del edificio que tiraron para convertirlo en solar donde construir. Cosa que, como decimos –y a la vista está– no se ha producido, y de lo cual ha transcurrido –como nos recuerda el vecino– 18 años. Uno de estos postes llama la atención por el conglomerado de cables, que a saber de qué modo quedan enganchados a él y las condiciones de seguridad en las que se encuentran.

El vecino, que se entrevistó con el exacalde de Palma José Hila, ya denunció al anterior Ajuntament de Palma la situación de los postes y los cables, los okupas y la hilera de contenedores que se alineaban frente a su casa y que generaba malos olores durante el día y ruido de madrugada, cuando pasaba el camión de Emaya a vaciarlos. Solo logró que retiraran los contenedores, porque lo demás ahí sigue.

Pero es que hay más. Aparte de la suciedad que hay en esa acera a causa de las hojas resecas que se acumulan junto a la valla del solar okupado, entre las que vemos algún que otro cartón de vino vacío, hay papeles, olor a orines de perros y en la zona de los árboles las raíces han roto los alcorques. Algo que a su vez ha destrozado gran parte de la acera.

El solar al lado de su casa está habitado por okupas desde hace tiempo.

Discriminados

El hombre, que de paso nos muestra lo oxidada y rota que está la base de la farola metálica, casi al final de la acera, lamenta que «todo eso está originado por los orines de los perros. Si no lo reparan, el día menos pensado se cae». El vecino no se explica por qué solo hay algunas zonas de la calle Manacor recientemente reformadas con tramos de aceras anchos, ladrillos nuevos y árboles con alcorques espaciosos lo que impedirá que las raíces los rompan. «¿Por qué no han reformado, como han hecho en otros tramos de calle, las aceras?», reflexiona. Se podrían ampliar en vez de dejarlas como eran, estrechas, con desniveles, rotos con viejos ladrillos, muchos de ellos, o hundidos… En pocas palabras, aceras intransitables. «¿Por qué han rehabilitado solo una parte y no toda la calle? ¿Qué criterios han seguido…?», lamenta.

Postes en la acera. Así desde hace 18 años.

Los cables apilados.

Todo lo tiene denunciado

Aparte de esto, que no es poco, Jesús Molina denuncia «la discriminación que estamos sufriendo los que vivimos en esta parte de la calle Manacor desde el número 46, siguiendo hasta el parque Wifi». «Toda la calzada de enfrente está catalogada como zona azul, por lo que los vecinos de esa parte se pueden beneficiar de aparcar en esa zona con sólo pagar una pequeña tasa anual y, sin embargo, los que vivimos en esta otra parte de la calle no tenemos derecho a ello. Y encima, por estar en el centro de Palma y no estar sujetos a la ORA, nos vemos perjudicados ya que todo el mundo viene a aparcar delante de nuestras casas», explica.

Jesús Molina, entre resignado y desolado, mira a su alrededor. «Y es que no me queda más remedio que insistir... ¿Por qué en esta calle hay zonas completamente reformadas, con amplias aceras y otras, entre ellas esta, no?».

Suciedad en la calle, convertida también en un urinario canino.

Antes de despedirnos nos dice que tiene todo denunciado: «Tengo denunciadas todas estas circunstancias ante varias autoridades e instituciones públicas, como la Policía Local, la Conselleria de Salut i Consum, la Dirección General de Salud Pública, el juzgado de Instrucción de guardia y el Ajuntament de Palma, entre otros».

Pues ahí queda...

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