Antonio Gallurt Martínez es de Almería, aunque desde 1988, ciudadano de Palma. O mejor, primero de Manacor, donde estuvo trabajando como albañil y luego en una empresa de muebles, «y cuando se terminó el trabajo, me vine a Palma, a buscarme la vida». A Antonio, de larga melena, que medirá algo más de 1,50, se le conoce por 'El Peque'…Pues por eso, porque su estatura no da para más. Pero a día de hoy, a él no le importa, «pues ser más alto no iba a cambiar mi situación».
Porque, una vez en Palma, la vida no se lo puso fácil. Sin un duro en el bolsillo, tuvo que vivir sobre el banco de piedra de la plaza de la Misericordia, debajo de un toldo para no pasar frío y no mojarse cuando lloviera. «Ahí estuve siete u ocho años, comiendo gracias a lo que conseguía haciendo pequeños trabajos, aparcando coches… Recuerdo que buscando una oportunidad, me puse con otro en huelga de hambre. Estuvimos en las galerías de los Oms no sé cuántos días sin comer… Pretendíamos que el Ajuntament nos diera una plaza de aparcacoches que iba a crear, que luego ni se creó, ni nada de nada. Lo único que saqué de eso es que me dieran la paga del RAI por tener más de 40 años y no percibir ningún ingreso. Dicha paga la cobré durante 23 meses, mientras aparcaba coches en la calle que está al lado de la Clínica Rotger y hacía recados a los vecinos, cosa que sigo haciendo hoy, ya que no tengo ningún ingreso».
-¿Ha pedido ayuda…?
-Durante el COVID pedí la ayuda que daban, pero me la denegaron. Recurrí, pero me la volvieron a denegar. Así que decidí seguir aparcando coches, pues es lo que me daba de comer y me permite pagar una habitación en un piso compartido.
-¿Cómo pasó la Nochebuena y la Navidad?
-Pues como todas las Nochebuena y Navidad de los últimos años. Solo.
-¿Y…?
-Pues que no pasa nada. Porque si tienes buena salud y vives solo, y te acostumbras a estar solo, no sientes tristeza, sino que para ti es una fecha como otra cualquiera.
-¿Qué va a hacer esta noche, Nochevieja?
-Si no viene nadie a verme, cenaré solo y me tomaré las uvas también solo. Y si viene alguien, pues nos comeros y beberemos lo que tengo, que no es mucho… Pero nos apañaremos.
-¿Qué piensa cenar esta noche?
-¡Que sé yo! Igual compro comida preparada para llevar. Un tupper de bacalao con tomate, por ejemplo, que me costará entre 7 y 8 euros. Como en la habitación tengo una o dos botellas de vino, me planto delante de la tele ¡y a pasar la noche! ¿Que estoy solo…? No pasa nada. Estoy acostumbrado a estarlo. Es más, miro a mi alrededor y veo que hay gente que están más solos y en peores condiciones que yo. Por eso no me quejo. Volviendo a esta noche, la voy a 'flamenquear', es decir, voy a comer solo, a hacer palmas solo y, si me animo, a cantar solo. Luego a dormir y mañana será otro día que para mí no será muy distinto a los demás.
-Da la impresión de que ha arrojado la toalla…
-¡Qué va! Pasa que me he acostumbrado a esta vida. Ya le digo, hay gente que, desgraciadamente, está peor que yo. Por fortuna, ni me casé ni tuve hijos, porque, ¿se imagina cómo debe de ser la Navidad de esa familia, con niños pequeños, sin apenas ingresos? Terrible, ¿no?
-Y hablando de la familia, en días como estos, ¿no la añora?
- Puede que la recuerde… Mis padres ya no viven, y mis hermanas, como hace tanto tiempo que no las veo, ya ni se deben acordar de mí. Pero, sí, me acuerdo de ellos. Como también de los amigos que no veo desde hace años…
-Entonces, ¿nada que celebrar?
-¿Con lo que está ocurriendo en el mundo? ¿Con las guerras que hay en las que están muriendo miles de inocentes, entre ellos muchos niños? ¿Con las peleas que tienen casi a diario los políticos? Pues celebrar, lo que se dice celebrar, salvo que termina un año, y que comienza otro, con la esperanza de que no sea peor que el que acaba, nada que celebrar. Bueno, sí. Que estamos vivos.
-¿Qué le pide al 2024?
-Que no sea peor que el 2023. Y a nivel personal, le pido, sobre todo, que los que mandan den más oportunidades a los que no tenemos nada. Ellos no tienen ningún problema para hacer frente a la vida, pero deben de entender que hay gente que sí los tiene. Yo, por ejemplo, he acudido en varias ocasiones a los asistentes sociales a pedir ayuda, o a que me aconsejaran cómo conseguir una paga, y… Sí, han meneado mucho la perdiz. Pero he vuelto tal como he ido: sin nada.
-Una última pregunta, ¿Tiene mucho dinero?
-¡Je! -piensa dos segundos-. Unos 400 euros. Poco dirán alguno, pero para mí es bastante. Son euros ahorrados día a día, tras haber pagado la comida y el alquiler de la habitación.