De Olavarría vengo, qué alegría tengo», responde Marco Di Giano –experto en mindfulness y visión extraocular– cuando le pregunto por su procedencia. Incrustada en la pampa húmeda, Olavarría es una ciudad de la provincia de Buenos Aires, a cuatro horas de Mar del Plata. Nuestro protagonista destaca, entre otras cosas, por militar con orgullo en ese distinguido y cada vez más reducido grupo de argentinos que viven de espaldas al fútbol, más una religión que un deporte por aquellos lares. Para él, Piazzolla y Gardel van antes que Maradona y Messi. Aún queda esperanza para la humanidad.
Se formó como abogado, profesión que desempeñó durante ocho años en su país. Pero un requiebro aguardaba en su camino: «Encontré el mindfulness y me cambió la vida». Sus estudios en la materia le abrieron las puertas de un trabajo que le apasiona y le permitió vivir «una época increíble, la mejor». Nuevamente la vida, siempre caprichosa, le acechaba en forma de cambio: «Tuve que irme a Suiza, allí trabajé para Apple y Google». No fue hasta su aterrizaje en Mallorca que pudo retomar su pasión por el mindfulness y, más concretamente, por la técnica de la visión extraocular o intuición ampliada. «Una práctica destinada a niños, adolescentes y adultos. A todos. Aunque nosotros estamos enfocados en niños de entre 6 y 12 años, trabajamos con ellos y sus padres, que acompañan al niño en este proceso de crecimiento personal», detalla.
La técnica
Pero, ¿en qué consiste exactamente esta técnica? «La base parte del mindfulness pero tiene más aristas, es una técnica que despierta el potencial del niño, expande su conciencia y le ayuda a percibir el mundo externo sin necesidad de sus ojos físicos. Desarrolla su intuición, escucha su voz interna… y el padre es consciente de ese cambio, de hecho su presencia refuerza la autoconfianza del niño». Un tanto intrincado, no acabo de entenderlo, le insisto y el profesional me lo deja claro: «Esta técnica me permite agregar valores a la sociedad haciendo lo que me apasiona. Enfocado en las familias, formo a niños que no van a iniciar guerras, es una apuesta al futuro de la Humanidad». Aunque un tanto mesiánico, ahora sí, cristalino. Afirma que esta técnica arroja unos resultados contrastados: «Mi hija era muy introvertida y con solo ocho sesiones se convirtió en una niña mucho más abierta».
Aunque se focaliza en los más pequeños, no se cierra puertas: «Ofrecemos cursos a adultos y docentes, para que trasladen lo aprendido a sus alumnos»; así como estancias en villas donde «proponemos un intensivo de tres días» (información más detallada en la página web laveutuhealingretreats.com). El próximo intensivo se llevará a cabo entre el 9 y el 11 de febrero.
Separar cubos de madera por colores con los ojos vendados es uno de los ejercicios que llevan a cabo para desarrollar la intuición. «Se ponen un antifaz y se relajan, facilitando el proceso de percepción, y todos los niños pueden hacer bien este ejercicio en la primera sesión. Lo que aprenden les sirve para aprender a cuidarse y sortear los golpes de la vida».
El argentino, que colabora con el swissmi.org –instituto suizo de mindfulness– ha perfeccionado una técnica que estimula la capacidad de atención. Una atención enfocada hacia el entorno, sí, pero también hacia los sentimientos propios y ajenos, que nos permitirá enfrentarnos al frenético ritmo de vida del siglo XXI.