Los avances en telecomunicaciones han hecho que el paisaje de numerosos hogares haya cambiado a lo largo de los últimos años. Prescindiendo incluso de elementos y artilugios que toda la vida han formado parte de él. Es el caso de los teléfonos fijos, sustituidos durante la última década por las líneas móviles, que permiten tener libertad de movimientos por toda la casa y se añaden a la oferta de Internet que llevan muchas de ellas incorporadas.
Eso se refleja en el descenso de viviendas que poseen teléfono fijo, que ha quedado patente a través del cálculo realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que sitúa la media nacional durante el año 2022 en un 62'5 % de hogares con ese equipamiento. Ligeramente por encima de la media está Baleares, que presenta una presencia media del 65'2 % en 2022, lejos de otras regiones como Madrid (76'6 %), País Vasco (71'7 %) o Aragón (71'6 %), que lideran esa clasificación. Muy por debajo están la Comunidad Valenciana (48'7 %) o Murcia (44'6 %).
El descenso ha sido progresivo a lo largo del último lustro en Baleares, mostrando la serie una caída en picado del número de viviendas con teléfono fijo. De esta manera, se ha pasado de ser la cuarta comunidad con más aparatos en los hogares, con un 83'7 %, para decrecer levemente en 2019, quedando en un 82'2 %. Desde ese momento, y coinciendiendo con la pandemia, el descenso empezó a ser más notable, para pasar en 2020 a un 75'4 %, pasando a ser la séptima comunidad en este singular ránking. En 2021 se prolongó la tendencia, para llegar al 70'7 %, y alcanzar el citado 65'2 %, es decir, poco menos de dos de cada tres hogares, en 2022.