La semana pasada os hablé del reto Vuelta a Mallorca por etapas (y por la costa) llevado a cabo por atletas del Club Deportivo Balear +Qtrail. Como también contamos, la salida tuvo lugar el pasado 8 de enero de un recién estrenado 2023, habiendo sido el final de la prueba anteayer, domingo, en el mismo lugar donde comenzó: la Rosa de los vientos del paseo del Molinar de Palma.
En total, han sido 31 etapas, o lo que es lo mismo, 600 kilómetros, con unos 20.000 metros de desnivel positivos, lo cual no está nada mal. Un reto que, de las 20 mujeres y 9 hombres que han participado, ha sido culminado en su totalidad solo por dos mujeres, Nuria y Tere, a las que acompañaron en este último recorrido algunos de los corredores que hicieron el de otras etapas, a saber: Dolo, Míriam, Natalia, Úrsula, Jazmín, Julieta, Carol, Fernando, Miguel y Juan, así como Caty y Ramón, como apoyo.
Pero esto no va a terminar aquí, pues si en 2019 el reto de este Club fue el #reto50milesMallorca, que podéis localizar en la plataforma YouTube, y en 2023, la #VueltaaMallorcacosteando, ya hay reto para 2024: visitar las 55 atalayas, torres de vigilancia y de fuego costeras de Mallorca, de Cabrera y de Dragonera. ¿Qué por qué lo hacen? Entre otras cosas, para dar visibilidad a Mallorca, y para poner en valor el deporte, principalmente el deporte femenino de mujeres veteranas, o lo que es lo mismo: evidenciar que ser mujer, y tener más de 50 años (las del grupo tienen aproximadamente esa media de edad) no es impedimento para conseguir retos. Incluso grandes retos.
Dicho lo cual, huelga añadir que, tras esta última etapa, los participantes hicieron una picada a base de productos típicos de los países de las personas que han participado, ya que este Club es como una ONU deportiva, lo que hace que, habitualmente, cuando se reúnen, prueben platos, entre otros, de Bulgaria, Argentina, Colombia, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Polonia, Alemania y España. Pues vaya desde aquí, sobre todo por lo que hacen en bien del deporte y de la isla, nuestra felicitación al Club Deportivo Balear +Qtrail.
En casa de De Cabo
Por segunda vez, en lo que llevamos de mes, el pintor Pascual de Cabo organizó una merienda-reunión, a la que invitó a un grupo de personas, entre ellos algunos artistas, como él, para compartir un par de horas charlando sobre temas concretos, y al mismo tiempo dando cuenta de una rica ensaimada que les elaboró Ángel, del Bula. A la reunión que organizó la pasada semana, asistieron Bruno Frerejean, Daniel Codorniu, Chico Felipe, Patricia Chinchilla, Candela Alcibar y Carlos Ordinas, que por lo que contaron, salieron muy satisfechos de ella. Primero, por lo que se habla –temas de actualidad, sobre todo de Arte y Literatura–, y segundo porque los temas que se comentan están muy lejos de los del postureo, ya que lo que menos importa es la foto para las redes sociales –como mucho, se hace para dejar constancia de que han asistido a la velada–, y también por cómo se endulza esta con la rica ensaimada, casera cien por cien.
Y es que no vienen mal esas reuniones, en las que se conversa sobre temas que nada tienen que ver con lo cotidiano, pero sí con el pasado, el presente y lo que ha de venir de cada uno de los que están allí, sacando a colación temas en los que cada uno es el protagonista, que con lo que cuenta, y lo que cuentan los otros contertulios, se forma, como bien diría Patria Chinchilla, una de las asistentes a esta segunda tertulia, una especie de sinergia, puesto que la suma de las partes hace mejor el todo.
Por eso, dejemos de lado el postureo, salseo y demás nimiedades que reinan hoy en día a nada que se reúnen cuatro, y ¡adelante! el ‘cuenta tu experiencia o punto de vista', que aporte una conclusión que beneficie al grupo.
¿Y por qué pasa eso...?
Por cierto, uno de los temas que se trataron en esta reunión fue por qué, teniendo las instituciones oficiales, Govern, Consell y ajuntaments, diversos locales –y algunas de ellas, locales más que suficientes; y algunos de ellos, sin uso, o apenas uso, a lo largo del año–, sea tan complicado que a grupos culturales les cedan uno para que, periódicamente, se reúnan y puedan hablar de música, pintura, literatura, etc., en vez de tener que hacerlo en bares, o en domicilios particulares, como en este caso, en el de De Cabo.
Y es que la historia se repite muy a menudo, sobre todo durante las campañas electorales, o cuando se está en la oposición. Mucho hablar de «lo que voy a hacer si me elegís». Pero una vez que se sienta en la silla sobre la moqueta del despacho que le asignan por el cargo que ostenta, de lo dicho, nada. O poco. Lo cual deja frustrado a más de dos.