Este domingo por la tarde, en la terraza del Bar Cristal de Palma, conversamos con nuestro hombre en La Habana, Tomeu Sancho, que está pasando unos días en la Isla, visitando a la familia, puesto que él sigue residiendo en Cuba.
Hablamos de dos temas: de la silla de Antonio Maceo, que por ahora sigue en La Habana, en el Palacio de los Generales, pero que el próximo día 16 de diciembre –dentro de un mes– debe de estar de regreso a Palma, y de la España de hoy, vista desde Cuba.
La silla de Maceo
Sobre la silla de Maceo nos cuenta que antes de viajar a Palma, «estaba en un almacén, reparándose» –nos muestra unas fotos en las que en una aparece él con la silla, en una con historiadores de Cuba, y en otra con Perla Rosa Rosales, directora general adjunta de la Casa del Historiador de La Habana, y la vicepresidenta de dicha Institución–. Y sobre si será devuelta a Palma en la fecha mencionada líneas arriba… «Pues no tengo ni idea –contesta Sancho–. Lo suyo sería, antes de devolverla, negociar si se queda en Cuba. Al fin y al cabo es un símbolo cubano, perteneciente al héroe cubano de la independencia, que nada tiene que ver con Mallorca, salvo que a la Isla la trajo un mallorquín, el general Weyler».
Entonces, pocos sabían de Maceo
Es lo que también pensamos nosotros. Que se la queden los cubanos, como se quedaron con la silla de montar de Maceo, entregada por Felipe González a Fidel Castro hace más de treinta años. Porque para nosotros, no significa nada; para ellos, mucho. Y que no vengan ahora los entendidos diciendo lo contrario, pues les recuerdo que dicha silla fue recuperada del olvido por un redactor de este diario, siguiendo la pista que le dio Sebastià Serra, expolítico –PSM– y catedrático de la UIB. «Yo, de ti –le dijo Serra– la buscaría en el Museu de Mallorca». Y ahí la encontró. No estaba a la vista del visitante, sino en un cuarto, junto a una mopa y un cubo de fregar. Eso sí, muy bien conservada, pero olvidada, tanto que cuando el colega se lo notificó al por entonces regidor de Cultura de Cort, este, sorprendido, preguntó: «¿Y quién es Maceo?» Pero esa es otra historia que muchos no han tenido en cuenta a la hora de mandar la silla a La Habana, a donde llegó de la mano de Sánchez e Hila. Por fortuna, Tomeu Sancho sí la contó en una emisora de La Habana, dejando a cada cual en su sitio. Por eso pensamos que mejor que aquí, está allí. Es una opinión, claro.
De vocación a modus vivendi
El otro tema de conversación con Tomeu Sancho giró en torno a como ve él, desde La Habana, la situación de España, hoy.
«Está como está, porque los políticos no están en política por vocación, sino porque la política es su modus vivendi, lo que les permite vivir bien, sin grandes problemas. Lo pienso porque mientras los autónomos y trabajadores en general ganan poco y pagan muchos impuestos, ellos, según leímos el sábado pasado, se han subido el sueldo en un siete por ciento, que es muchísimo si lo comparamos con otras subidas de sueldos de quienes no están en la política. Y lo más doloroso es que encima van y se escudan en que se lo suben porque los políticos de otras comunidades cobran más. Lo cual no es ejemplarizante, ni está bien, porque, repito, los políticos, y sobre todo los de izquierda, tienen que predicar por el ejemplo, cosa que no hacen».
En cuanto a soluciones a esta situación en la que estamos... «Pues si siguen las cosas como hasta ahora, me temo que no quedará más remedio que cambiar la Constitución».
Los okupas y la amnistía
A Tomeu Sancho también le ha llamado la atención ver que la propiedad privada, pongamos que una casa, puede ser apropiada por okupas sin que la ley los obligue a abandonarla… Bueno, sí, les obligará tras un largo proceso, que puede durar más de un año, encontrándose cuando la recupera con que está prácticamente destrozada. ¿Cómo es posible que se cambie el concepto de amnistía en apenas dos semanas, y no sean capaces de aprobar una ley contra las okupaciones? «Por eso digo que hoy, los políticos miran más por sus intereses que por el de los ciudadanos que los eligen».
En la Estación Intermodal
Pagamos la consumición y nos vamos a la Intermodal a visitar a José, que sigue tumbado sobre un colchón. El dice que hace un mes que está ahí, cuando, en julio, contamos, con fotos, su situación. «Estará ahí –le decimos– hasta que un juez lo decida, pues él, mientras no cambie de opinión, no se va a mover de dónde está». Sancho no da crédito a lo que ve y vuelve a repetir que «mientras los políticos no estén en política por vocación, esta persona seguirá ahí». Pero en Cuba también hay personas como esta, le decimos. «No. Hay gente pobre, pero con medios para subsistir, y desde luego, no tirados en la calle».