El próximo viernes, 10 de noviembre, en el Centro de Historia y Cultura Militar (Carrer de Sant Miquel, de Palma), entre las 17,30 y 20,30 horas, se celebrará una fiesta a beneficio de la ONG Escuelas de Wara Wara, que tiene su base en la zona rural de Sierra Leona, y a la que pertenece el mallorquín Marcos Portillo de Armenteros, conocido como Coco, licenciado en Derecho, aunque nunca ha ejercido como tal, pues se pasa prácticamente todo el año en aquel país, trabajando, o haciendo gestiones, o viajando, en busca de ayudas a favor de los que viven en aquellos lugares.
Enamorado de Sierra Leona
En realidad, el motivo de residir en Sierra Leona fue «porque en 2008 fui como voluntario con unos religiosos de la zona, los Agustinos recoletos, que estaban haciendo unos estudios sobre la educación primaria en la misma. Con ellos permanecí durante trece meses, para regresar a Madrid, haciendo un máster de Desarrollo Rural en la Universidad Politécnica. Con el título en el bolsillo, me fui a Guinea Ecuatorial, a su parte continental, estableciéndome durante un año en la localidad rural de Akurenans, donde trabajé como maestro en un colegio público. Pero como seguía enamorado de Sierra Leona, dejé Guinea y regresé a este país, donde fundamos las Escuelas de Wara Wara».
Eso nos lo cuenta Coco, a quien encontramos la otra mañana con su mujer, y también miembro de Escuelas de Wara Wara, Bárbara Sastre Bonnín, que se pasa cuatro meses del año en aquel país, mientras que el resto se queda en la Isla, trabajando como cocinera en un establecimiento turístico.
Lo que hacen allí
«Nuestro trabajo en Sierra Leona está concentrado, como ya he dicho, en su zona rural, posiblemente la menos atendida, por tanto con más necesidades que otras, en la que, entre los últimos diez y doce años, habremos construido unas 47 escuelas, a las que asisten alrededor de 6.000 alumnos, repartidos en cursos de Párvulos, Primaria y Secundaria, algunos de los cuales pasan a la Universidad, cosa que antes, eso, la enseñanza, al menos como es ahora, me refiero a la calidad de la misma, era prácticamente imposible, dado que no había escuelas suficientes. En cuanto a los profesores que imparten clases en ellas, son todos nativos. Y como algunos quieren progresar, les ayudamos económicamente para que asistan a la Universidad, donde realizan estudios superiores. También, nuestro trabajo consiste en hacer pozos, letrinas, mobiliario escolar y todo lo que sean estructuras encaminadas a mejorar el nivel de vida de los habitantes de la zona. ¿Que cómo conseguimos lo que estamos haciendo…? Pues con dinero que logramos a través de actos benéficos, ONG, fundaciones, empresas y particulares que colaboran con nosotros».
País tranquilo
Cuenta que la vida, allí, no es fácil, sobre todo para quienes viven en las zonas rurales, que es donde, como hemos dicho, actúa su ONG. Afortunadamente, Sierra Leona, hoy, nada tiene que ver con la Sierra Leona de los años de los niños de la guerra, «pues aquello se olvidó –nos dice Coco–. Nadie quiere recordar aquella época, con la guerra civil y el ébola como telón de fondo… Hoy, como digo, la vida allí es muy estable, aunque llegando las elecciones se suele alterar un poco, no solo en Sierra Leona, sino también en los países lindantes con ella. Pero no pasa de ahí, pues de lo que se trata es que el país se culturice y económicamente avance. Y nosotros, dentro de nuestras posibilidades, estamos colaborando en que así sea, sobre todo en cuanto a educación se refiere. Por ello –dice– invitamos a que la gente asista a la fiesta que organizamos en el Centro de Historia y Cultura Militar el próximo viernes».
Poquito a poco...
Hace un par de tardes, caminando sobre la acera de Joan Alcover en dirección a Carrer de Manacor, acera, dicho sea de paso, muy transitada a lo largo de día, reparamos que muchas de sus baldosas, o se movían, o estaban rotas, o estaban sueltas, lo cual, estética aparte, puede convertirse en un peligro para el viandante, entre otras cosas porque puede tropezar con algunas de ellas, las que más sobresalen, y caer.
Nadie de los que circulan asiduamente por esa zona, igual que los vecinos de la misma, no nos pudieron decir con exactitud el tiempo que hace que las colocaron, pero sí que, tal y cómo están, no es el mejor modo de estar. Por lo apuntado anteriormente.
Por su parte, en su vecina calle, General Ricado Ortega, zona no remodelada aún, se siguen haciendo mejoras, sobre todo en lo que a aceras se refiere, y todo a raíz de la visita de Belén Soto, responsable de Infraestructuras de Cort, seguida de la del representante de Vox en el Ajuntament, Fulgencio Coll. Nos referimos a la acera en pésimo estado que había en la esquina Ricardo Ortega con Manuel Azaña, junto a la Guardia Civil, que han reparado tras quitar la enorme raíz de un árbol, acera que está frente al número 56.
Pues que siga la racha.