El maestro yogui Iyengar expresó que «el yoga nos enseña a curar lo que no necesita ser soportado y a soportar lo que no puede curarse». Siguiendo esa premisa, cada cual con un viaje interior por emprender o proseguir, cientos de personas se reúnen este fin de semana en el Palau d'Esports Melani Costa, en Calvià, escenario de la segunda edición de Mallorca Yoga Festival, encuentro nacido con la voluntad de unir a practicantes, profesores y amantes de la disciplina, y fortalecer la comunidad en la Isla.
«Teníamos clara la idea de crear un festival arraigado al territorio. Su objetivo es difundir la práctica del yoga y poder unir a la comunidad ‘yogui' de la Isla. El festival está abierto a todo el mundo, pero uno de sus puntales es conectar a la gente que vive en Mallorca: hay muchas escuelas y profesores, pero todo está muy disperso. Queremos tejer una red con todos los recursos del yoga que nos ofrece la Isla», afirma Anna Berenguer, organizadora del festival, impulsado un año más por el Institut Calvianer de l'Esport. Para adentrarse en el ambiente del festival en cuerpo y alma, numeroso público, compuesto en su mayoría por mujeres, se acercó ayer tarde a la finca pública Galatzó, idílico escenario del acto inaugural. Las conversaciones fluían en castellano, francés, inglés o alemán. A su llegada a la gran sala del nuevo refugio del Galatzó, en completa armonía con el entorno, los presentes disfrutaron de una muestra de Odissi, un baile que forma parte de la cultura milenaria de la danza clásica de India, en concreto de Orissa.
«Lo que caracteriza a estas danzas son sus formas redondas; son rítmicas en los pies y dulces en la expresión. Es una danza muy femenina que ofrecían las maharinis, bailarinas, en el templo de Jagganath», explica la bailarina Ananga Mohini D.D., que interpretó Guru Gandana, una ofrenda al Dios del Universo, y Megh Pallavi, que alude al movimiento de las nubes monzónicas, cargadas de agua.
Tras la muestra de baile, los presentes participaron en un canto de mantras y en una Ceremonia del Cacao, «un ritual para abrir el corazón y limpiar el espacio para el kirtam. Se toma cacao puro, mezclado con agua y algunas especias. Y se toma con una intención», expresaron Patricia y Gabriel Grimaldi quienes, a través del sonido de la guitarra, el armonio y «el gentil espíritu del cacao», condujeron a los presentes a su propio viaje de autodescubrimiento. La tarde continuó con una meditación con kirtam, un canto de mantras grupal «con el que elevar la conciencia», y se cerró con una cena, a cargo de Nata The Cook.
El polideportivo Melanie Costa acogerá este sábado y el domingo, a lo largo de toda la jornada, clases y talleres de diferentes disciplinas y dirigidos a practicantes de todos los niveles. Este festival no se limita al yoga, sino que abraza distintas disciplinas afines, con la música y la danza también como protagonistas. Así, se ofrecerán sesiones de Synergy Flow, Yoga Consciente, Ashtanga Vinyasa Kundalini, Acro o Nidra; talleres de respiración, de danzas extáticas o de Kalarippayat, sistema de arte marcial con más de 5.000 años de antigüedad, así como conciertos de handpan o didgeridoo. Asimismo, el festival contará con un variado mercadillo, así como con diferentes paradas de comida.
Además de los profesores afincados en la Isla, el festival cuenta con algunos invitados reconocidos en el mundo yogui, entre los que se encuentran Pau Castells, cofundador de la Barcelona Yoga Conference, uno de los festivales más grandes de Europa; la maestra internacional de yin yoga Anaÿs La Riva, o la profesora de Hatha Raja Yoga Xochitl Correa.
El festival también se alza como un espacio de aprendizaje y reflexión. En esa línea se han organizado diferentes charlas, sobre la aplicación del yoga a tu carta natal, la gestión del estrés, o la alimentación consciente entre otras temáticas.
Otra de las novedades de este año será la mesa redonda que se celebrará mañana a las 15 horas. En ella, profesores y practicantes atajarán cuestiones que atañen al yoga de nuestros días que, con el aumento de su popularidad, ha entrado en algunas contradicciones. «Cuando el yoga entra en un mercado, mantener la coherencia es difícil. A menudo se vende una imagen del bienestar y la salud que no corresponde a la realidad. Queremos trasladar la idea de que todo el mundo, todos los cuerpos, pueden practicar yoga; que no es necesario viajar hasta Bali para participar en un retiro», expresa Berenguer.