Cerca de 3.000 personas se congregaron este domingo en el Parc de la Mar para participar en la ya tradicional batalla de agua que, desde hace casi una década, enfrenta a representantes de los bandos históricos de Canamunt y Canavall en una divertida batalla de agua. Armados con pistolas de agua y todo tipo de artilugios caseros pensados para dejar empapados a sus rivales, los contendientes, como es tradición, concentraron sus fuerzas en los momentos previos a la batalla: los de Canamunt, de rojo, en la Sant Jeroni, y los de Canavall, de amarillo, en la plaza Drassanes. También hubo una animada batallita infantil para que los 'pequeños bandoleros' se fueran fogueando en las artes de la guerra acuática.
En total, se vertieron 18.000 litros de agua, «lo que gasta un campo de golf en medio día», según la entidad organizadora, Orgull Llonguet, que tuvo que contratar y pagar un camión cisterna, debido a que este año, ante la prealerta por sequía, el Ayuntamiento de Palma no ha suministrado agua ni para esta ni para el resto de fiestas con agua de las diferentes barriadas de Ciutat.
«Esto ha encarecido sensiblemente la factura de la fiesta, un sobrecoste que ha asumido Orgull Llonguet y esperamos recuperar con la venta de camisetas y merchandising y la recaudación de la barra», señala José Juan Luna, uno de los organizadores.
No ha sido el único contratiempo al que se han tenido que enfrentar este año los organizadores de esta popular celebración. El evento estaba inicialmente previsto para el pasado domingo 3 de septiembre, pero tuvo que posponerse por culpa de la fuerte borrasca que asoló gran parte de la Isla ese día. Con tanto contratiempo, se podría decir que la verdadera batalla quedó este año fuera de los focos, pero sin duda salieron victoriosos Orgull Llonguet, Palma y los palmesanos, que volvieron a apoyar masivamente este evento.
Los equipos empezaron a concentrarse en sus respectivas plazas al son de sus batucadas a partir de las cuatro de la tarde, en un ambiente más festivo y tranquilo en el caso de Canavall, y más enardecido y guerrero en el de Canamunt, aunque ambos 'ejércitos' coincidieron en que abundó el fuego amigo desde el primer momento, y la mayor parte de los contendientes llegaron ya empapados a la batalla en sí. La contienda arrancó sobre las cinco de la tarde, cuando ambos batallones se encontraron en el Parc de la Mar para protagonizar una espectacular y animada refriega, con la Catedral de fondo y amenizada en primera instancia por la charanga y, más adelante, por un pinchadiscos.
«Es nuestra primera vez. Nos ha animado a venir el tío de una de nosotras, que participa cada año», explican las adolescentes Clara, Ana, Marta y Sara, muy integradas en el equipo de Canamunt. «En realidad no somos del barrio. Vivimos en Palma, pero en las afueras», confiesan. «Nos está encantando, pero no esperábamos acabar empapadas ya antes de que empezara la batalla», señalan.
«Vivo en Porto Petro, pero me siento palmesana, porque he vivido aquí seis años, concretamente en este barrio», asegura, desde las filas de Canavall, la mallorquina de origen venezolano Rosa, que participa cada año en la fiesta y viene acompañada por un inglés, una americana y un eslovaco, todos ellos residentes en la zona de Santanyí. «Nos encanta esta fiesta: es muy divertida y el ambiente es muy sano», destaca.