Antonia Nadal Nadal, de 64 años, quien, muy a su pesar, no pudo superar su fatídica enfermedad después de diez largos años de lucha constante, falleció el domingo. Durante este tiempo, trabajó duro para encontrar estabilidad y felicidad, tanto mental, como emocional y espiritual. Su mayor terapia y pasión fue la música, y con su capacidad, habilidad y eficacia en todo lo relacionado con esta, logró su objetivo: cantar, cantar y cantar. Algo que siempre sobresalió de esta talentosa mujer con más de 35 años de experiencia en distintos grupos, como Orquestrina d'Algaida, Los Barones, la Coral Minuet, Palma Góspel, Miranda Jazz Combo y otros...
Aparte, Antonia, que además de cantar trabajó en una empresa publicitaria, era una mujer social por naturaleza, lo cual, en esta última etapa, la enfermedad no la frenó en lo de seguir creando lazos y generando vínculos de amistad allá por donde fuere, y lo hacía tanto con músicos y cantantes, como con otras personas…
Porque a lo largo de estos diez años, incluso con cuatro intervenciones quirúrgicas de gran magnitud en su cuerpo, Antonia hizo en todo momento gala de una actitud positiva y valiente, la enfermedad ni la encogió, ni la achantó, si no, por el contrario, consiguió seguir en su batalla con tanta fuerza y entereza, que hizo que su vida, aunque frágil e impredecible, pero a la que amaba y se aferraba, cada día le diera un regalo: seguir adelante con fortaleza, aliento y, ¿por qué no?, esperanza.
El sótano, su último refugio
Siempre que su estado físico se lo permitía, acudía a los ensayos con sus compañeros músicos, o iba a pasear, o de compras, o a nadar… Y cuando no podía hacerlo, se refugiaba en el sótano de su casa, con su equipo de sonido y su música, para interpretar canciones que en algunos casos compartía con la familia y amigos, y más de una vez, en las redes sociales, con la única finalidad de difundir sus interpretaciones. Y es que nada la frenaba para seguir adelante… Hasta que en estos últimos meses, en que siendo su deterioro tan notable, tuvo mucho tiempo para pensar sobre su coyuntura y su despedida, queriéndolo hacer en casa, y no en un centro sanitario, acompañada de su familia, a la que adoraba.
Todo esto nos lo contaba ayer su amiga –amiga desde cuando tenían 11 años–, Lita Riera, quien, el pasado mes de mayo nos dio la mala nueva de que el mal de Antonia iba a peor. Cuando ayer le dijimos que íbamos a publicar tan bellas palabras en recuerdo de Antonia, quiso añadir: «Seguro, estimada Antonia Nadal, leerás estas líneas en una nube de algodón rodeada del cántico de los ángeles amigos. Nos separa la muerte, pero el amor nos mantendrá unidas por siempre». Por último, y para quien quiera despedirla, señalar que el funeral por Antonia se celebrará este martes, a las 20.00 horas, en la parroquia de Bunyola.