Jonas era un sin techo que se pasaba gran parte del día en la plaza de la Lonja, ocupando siempre el mismo banco, mientras que por las noches dormía donde podía, como, por ejemplo, en un portal de la zona, en Ca l'Ardiaca –a donde no volvió más tras haber sido duramente agredido–, Son Espases, cuando por su estado lo llevaron allí… Jonas, el pasado mes de marzo, tras haberse recuperado en el hospital de un edema que tenía en un pie, al que cubría con una bolsa de plástico, pues no sabía como disimular la sangre que emanaba de la herida, regresó a la plaza. Ya no era el mismo de siempre, se veía que su estado no era el mejor, además, hacía mucho frío… Una mañana al amanecer, un vecino se lo encontró muerto en la entrada de una casa.
Tras pasar su cuerpo cerca de cuatro meses en el congelador del depósito del cementerio, el lunes fue incinerado, quedando sus cenizas depositadas en el consulado sueco para, desde él, ser repatriadas a su país. Ese mismo día, pero por la tarde, Pepa Vélez, celebrante de funerales y vecina de la Lonja, y que ayudó en lo que podía a mejorar la situación de Jonas, junto a dos personas más, le rindieron un sencillo, pero emotivo homenaje, junto al banco que durante muchas horas del día era su casa, pues se pasaba en él mucho tiempo, sobre todo cuando los rayos de sol se adueñaban del lugar, «banco en el que –anunció Pepa– colocaremos una placa que dirá El banco de Jonas».
La vida cambió
Al homenaje, desde Suecia, vía videoconferencia, se sumó la hija de Jonas, Emma, muy emocionada, sobre todo durante la intervención de Pepa Vélez, que en unos pocos minutos dibujó la vida de este hombre, que un golpe de mala suerte cambió, y que a partir de ahí, pese a que intentó varias veces salir del pozo en que se encontraba, no lo consiguió. El alcohol, que utilizó como muleta para vivir, pero que viviendo en unas circunstancias como las suyas no ayuda, le empujó hacia el abismo. Porque Jonas, cuando vivía con su mujer en una casa de la Lonja, era feliz. La vida le sonreía, trabajaba, no tenía problemas… Hasta que un mal día, la desgracia se cebó con él... Ella murió trágicamente y fue el principio del fin, dado que desde entonces todo cambió para él. Perdió al amor de su vida, su casa, su trabajo y finalmente se sumó el alcohol, y también el verse obligado a vivir en la calle, en la que fue gravemente agredido mientras dormía....
Intentando superarse, entró en un centro de acogida, pero a no mucho tardar, la dependencia de Jonas pudo más, por lo que volvió a la calle, a tener que depender de quienes quisieran ayudarle, a dormir donde fuera… Pese a todo, era buena persona, educado y apreciado por todos. Lo que hizo que algunos vecinos y restaurantes de la zona le echaran una mano, dándole comida caliente, calzado y ropa de abrigo. Pero, como decimos, lo que está mal siempre tiende a empeorar, y en eso, Jonas no fue la excepción, aunque tuvo una última oportunidad… Como era marino, iba a trabajar en un barco ruso, donde las cosas parecía que iban a dar un vuelco a su favor, pero estalló la guerra de Ucrania y todo se fue al garete, quedándose otra vez sin trabajo, sin dinero, sin nada… Así que vuelta a la calle, donde le era cada vez más difícil caminar, y más si sigues utilizando la misma muleta para hacerlo. Y suma a ello el frío, la lluvia, la soledad, el pensar en buscar en vano una salida de aquella espiral en que se había metido... Por eso, pensamos que no le vino de sorpresa a nadie que una mañana amaneciera muerto...
Sentido homenaje
Quiénes le conocieron y le ayudaron, lamentan la solitaria muerte del que pasó de ser un vecino suyo a una persona indigente, pero que, a toda costa, intentó mantener su dignidad hasta el final... Un hombre que no hizo nunca mal a nadie y que se pasaba la mayor parte del día sentado en el último banco de la plaza. Pepa Vélez, tras finalizar su breve, pero sentido, discurso in memoriam, a modo de homenaje, tras mirar hacia el cielo, colocó la rosa que llevaba en su mano junto al ramo que estaba frente al banco de Jonas y dedicó unas últimas palabras «¡Feliz viaje a las estrellas, amigo!». Debemos reconocer que en el tiempo que llevamos en esto –muchos años ya–, y en el que hemos visto muchas cosas, este sencillo homenaje a Jonas, el hombre que prácticamente vivía en un banco de la Lonja tras haberle dado una patada la vida, nos emocionó, sobre todo por la sencillez de cómo se hizo.