Son las cuatro de la tarde. Desde Valldemossa nos llama Pep Berrios, el que fuera el rayo que no cesa, en cuanto a críticas se refiere, para el anterior alcalde, Hila; críticas, sobre todo, en los plenos municipales que presidía. Pep Berrios nos llama invitándonos a que sobre las cinco estemos en la puerta de la Estación Intermodal de Palma.
Ahí estamos, y ahí está él. Pantalón corto, camiseta de color rojo, gafas de sol oscuras, con la montura rosada, sombrero de paja y bolsa en bandolera. Descendemos por las escaleras metálicas y nos adentramos en la estación, sin detenernos hasta el gran aparcamiento donde están estacionados los autobuses, unos recién llegados, otros cargando pasajeros para salir.
Termómetro en mano
Al entrar en la terminal, el calor nos abofetea… ¡Y no vean con qué fuerza! ¿Cómo es posible que en una estación, con gente entrando y saliendo, con gente sentada esperando, «a veces más de la cuenta, pues no siempre los autobuses son puntuales a la hora de salir», apunta Berrios, la temperatura sea tan alta? Porque no estamos hablando de la calle, sino de un lugar del Govern, de uso público, además... Berrios saca de la bolsa un termómetro, lo pone delante nuestro, deja que tome contacto con el ambiente mientras vemos como la línea roja de mercurio va ascendiendo hasta detenerse en los 39 grados.
«Pues si viene usted por aquí sobre las dos de la tarde, con todos los autobuses en la estación, con gente entrando y saliendo, y con los motores encendidos, se le rompe el termómetro», nos dice alguien que trabaja allí, que nos ruega que no le identifiquemos. «Lo suyo sería, como primera medida a tomar, abrir el ventanal que hay en el techo, lo cual haría circular el aire. Pero es que ni eso se les ha ocurrido –opina nuestro confidente anónimo, tras señalarnos el ventanal–. ¿Y sabe por qué…? Porque quienes mandan no han venido nunca por aquí, y lo que nosotros opinemos no les importa. Porque ya han sido muchas las veces que hemos denunciado las altas temperaturas que padecemos aquí abajo».
«¡Vámonos!, no puedo respirar»
Pep Berrios nos obliga casi a salir de allí. «Padezco EPOC –enfermedad pulmonar obstructiva crónica– y este ambiente me pone muy mal… Y supongo que a otras personas les ocurrirá lo mismo. Vengo un par de veces a la semana a Cruz Roja, a hacer un tratamiento que me ayuda a respirar mejor. Salgo feliz, respirando muy bien… Pero, es que a nada que entro aquí, me empiezo a asfixiar, ya que con este calor no es para menos. Y como el bus salga con retraso, ya ni le cuento. Es más, le diré que en España son varios miles de personas que mueren al año por problemas respiratorios. Por tanto, este no es el lugar apropiado para quienes los padecemos. Sin embargo, aquí estamos porque hemos de tomar el autobús que nos lleve a casa».
Pues ya ve usted, senyor director general de Transports del Govern, cómo están las cosas... ¿Por qué no hace caso a su presidenta, abandona su despacho y se da una vuelta por la estación…? ¡Ah! y llévese un termómetro. Seguro que si mira al techo, y ve la ventana con todas las cristaleras cerradas, como primera medida mandará que las abran, y luego… Pues algo habrá que hacer para bajar la temperatura reinante, ¿no? Lo decimos porque dentro de un mes volveremos a pasar por la Intermodal con el termómetro para ver si lo ha conseguido.
La que se avecina
Nunca te acostarás sin saber una cosa más, desde luego nueva para ti. Y si frecuentas habitualmente presentaciones de libros, o conferencias, quizás te acuestes sabiendo dos. Sin embargo, hay charlas que no sólo te aportan cultural o intelectualmente, sino que pueden remover los cimientos de tu pensamiento. Y el pasado sábado, en La Casa del Libro, los que asistimos a la conferencia que dio Joaquín Zapata sobre inteligencia artificial, que presentó Patricia Chinchilla, a la que siguió un coloquio –o mejor, preguntas que el público le hizo– fue lo que sentimos.
Ha venido para quedarse
Por ello, días después, le pedimos a Joaquín que nos hiciera un resumen de lo que dijo, a lo cual aceptó gustosamente. «La inteligencia artificial –advierte– ha venido para quedarse en todas las áreas de nuestras vidas y también en el ámbito de la creación. El pasado viernes di pruebas de ello a través de los trabajos que algunos artistas están llevando a cabo en este aspecto, sobre los que han invertido, no sólo horas, sino días, e incluso meses en su ejecución. Y dicho lo cual, ahí os dejo mi conclusión: Hay un tipo de inteligencia artificial más pasiva, sobre la que apenas podemos ejercer control. Es aquella que, por ejemplo, nos sugiere contenidos, o publicidad, basándose en nuestro comportamiento previo. Lleva tiempo a nuestro alrededor. De hecho, se están reemplazando personas por algoritmos con el fin de remodelar nuestro mundo digital y financiero en formas que apenas podemos detectar. Pero hay otra inteligencia artificial en la que tienes que adoptar una postura más activa: la de crear. Y el resultado es un viaje fascinante y espectacular».
Por otra parte, señala que «también, por lo que vi el viernes, hay dos tipos de personas en este mundo: las que están preparadas para la que se nos viene encima y las que no. Y cuando digo preparado, me refiero a preparado. En estado de alerta. De plena conciencia de la situación». Y advierte: «No será necesario, por ahora, ser un experto en la materia, pero no hay ninguna duda de que dar el primer paso es algo que debes plantearte como inminente, y significará notablemente estar en la buena dirección. Entonces, el esfuerzo que a todos nos costará adaptarnos a las nuevas formas de vida será menor. Evidentemente –apostilla–, podéis hacer lo qué queráis, pero ya estáis avisados».