Una de las atracciones preferidas del verano en la Isla para las familias con hijos pequeños, residentes o en período vacacional, lo constituye el parque acuático Marineland. Múltiples sorpresas depara a quienes pasan una jornada en este lugar, donde pueden disfrutar viendo gran cantidad de aves y animales marinos con la opción de disfrutar con ellos de distintas experiencias, como acariciarlos o fotografiarse con ellos junto a sus cuidadores.
«El momento álgido de la visita –destaca el veterano entrenador de delfines Félix Afonso– por ser la más esperada, es el show en la gran piscina, de los leones marinos y por supuesto de los delfines, que este año realizan su actuación dirigidos por dos jóvenes entrenadoras mallorquinas. El show que realizan con los ejemplares Blava, Blue, Mateo y Estel, dos de ellos mallorquines, hacen las delicias de los asistentes por sus evoluciones y saltos acrobáticos junto a los entrenadores».
Paula Madrid Bauzá, de Petra, en sus inicios fue socorrista y al faltar entrenadores fue recomendada para iniciar el aprendizaje en este terreno, trabajo en el que lleva dos años. «En estos momentos hago con Chloe Amott, natural de Artá, el show con los leones marinos y cuatro delfines, aunque tenemos seis más para las interacciones educativas», señala Paula.
La sintonía de estas dos chicas con los animales es notoria. Las siguen, las saludan y las respetan. Paula comenta que «en un principio me daba un poco de apuro no poder estar a su nivel. Luego coges confianza y ya no es lo mismo. Entre los diez delfines está la delfina Sacha, que podría decir que es el amor de mi vida, pues tenemos mucha conexión».
Con Chloe tienen también gran sintonía. La siguen, la buscan y la miman. «Los entrenadores, entre los que se encuentran también Enzo Rodríguez y Rubén Peinado, pesan los ejemplares una vez por semana y cada día realizan entrenos de comportamientos médicos. Su alimentación está muy bien planificada a base de arenque, sprat y capelín, peces procedentes del mar Báltico», señala Chloe. Ambas jóvenes afirman que «trabajar con ellos es una experiencia única, ayudan a aprender muchas cosas de la vida porque son muy sensitivos. Perciben a veces el estado de ánimo que tenemos».
Preguntamos al coordinador de entrenadores, Félix Afonso, sobre la caída de un león marino. «Al ir a saludar desde el borde de la piscina resbaló y el peso venció, cayendo sobre la entrenadora, que intentó aguantarlo. Ella está bien y el león también. Cabe tener en cuenta que ellos están acostumbrados a hacer saltos mucho mayores».