Hace algo más de un mes instalaron la escultura del artista mexicano Dávila, cuyo valor, según se dijo, es de 140.000 euros, en Can Pastilla, a ras de suelo, en un lugar de esparcimiento y a la vez de paso. Llama la atención que dicha escultura, desde hace unos días, no solo está vallada, sino que tiene una parte de ella aislada por una lona de color granate. ¿Qué ha pasado?, nos preguntamos.
Cuentan que seguramente alguien se ha podido golpear contra ella, cosa, por otra parte, más que probable, y más en el sitio en que está, por lo que –se supone– esperan encontrar una solución. Mientras tanto….
Ya está dando de qué hablar
Dos semanas atrás, Juan Montañez, escultor en hierro, publicó en su muro referente a dicha escultura «que está correctamente soldada y anclada. Otra cosa es el peligro que representan sus aristas, o que un niño se suba, o que vayas despistado y choques contra ella... Evidentemente, si no hacen algo, cualquier día tendremos noticias de algún damnificado. Y lo dice alguien que ha trabajado en un servicio de prevención de riesgos».
Más adelante, insistió: «En mi opinión, esas esculturas no pueden estar a ras de suelo en un paseo donde miles de ciudadanos pasan entretenidos en sus cosas, sino que tendrían que haber puesto una plataforma y sobre ella, la escultura. Eso, como mínimo. Si no, el día menos pensado saldrá en la sección de Sucesos, de lo cual no me cabe la menor duda. No se va a caer encima de nadie, pero su ubicación es la peor imaginable. Dará de qué hablar». Vale, pues sí. O al menos está haciendo que la gente se pregunte qué ha pasado. Porque no es normal que esté, parte de ella, cubierta, y en su totalidad aislada completamente por vallas.
«Pues ha pasado –nos dice Montañez–, que, o alguien se ha dado un golpe contra ella, o que quienes la colocaron se lo han pensado mejor y la van a cambiar de lugar, o van a colocar esa plataforma, o la van a rodear con una cadena…». De esta escultura también nos envía foto el lector Rubén Macón Pérez, señalando que está vallada «por peligrosa».
Eso por una parte... Otro artista, Miquel Martorell, que en su día, y en su muro, comparó la escultura de Dávila con una viga de madera, con dos tochos, sobre los cuales iba un tronco de árbol, que se ponía a la venta por 250 euros, nos comentó que «no discutía la calidad del escultor mexicano… Porque me guste o no me guste, reconozco que su trayectoria es importante. Lo que discuto –añadía– es la ubicación de la escultura», a la que calificaba de peligrosa, subrayando que «además, hierro al lado del mar: óxido seguro».
La escultura y su entorno
Eso en cuanto a la escultura. En lo que se refiere a su ubicación, señalaba: «La colocación de cualquier escultura debe de ser también la idónea, en el sentido de que el entorno ha de realzarla… Por eso, nunca han de ponerlas semi escondidas, como han hecho con otras, o colocarlas en lugares donde son fácilmente vandalizables», en lo cual le damos toda la razón. No solo en eso, sino en cómo califica el estado del patrimonio escultórico de Cort: Dejado de la mano de Dios.
¿Qué hará Jaime Martínez?
No vamos a sacar aquí, de nuevo, el estado en el que se encuentran las esculturas del Passeig Mallorca: sucias, oxidadas y la mayoría sin el nombre de sus autores, lo cual ocurría en tiempos de Hila –¿lo seguirá permitiendo Jaime Martínez, el actual alcalde de Palma?–, sino que hoy os vamos a mostrar otras, como, por ejemplo, la pequeña estatuilla, obra de Jaime Mir, que está al lado del Teatre Principal, cuyo parterre es poco menos que un cenicero –a veces un estercolero–, vamos ¡que da vergüenza!, cuando lo suyo sería que en él hubiera flores (¿lo seguirá permitiendo Jaime Martínez, actual alcalde de Palma?), o la bota llena de cagarrutas de paloma, ubicada sobre cajón de madera, completamente vandalizado, que se puede ver en sa Faixina… O a pocos metros de esta, la escultura de hierro, también totalmente vandalizada, y como aquella, sin el nombre de su autor. O, ya que estamos allí, la misma fuente de Sa Faixina, con una gran pintada en su base: Fora simbols faxistes, DEMOLICIO JA!, cuando en la valla que rodea a la misma se puede leer: Este monumento fue erigido en el año 1948 en recuerdo de las víctimas del hundimiento del crucero Baleares, durante la Guerra Civil (1936-1939).
Hoy es para la ciudad símbolo de la voluntad democrática de no olvidar jamás los horrores de la guerra y las dictaduras (Palma, 2010). Esta decisión fue tomada en pleno, con el voto a favor de los partidos políticos que formaban el Ajuntament de Palma de aquel año. Lo decimos sin otro ánimo que el de recordar dicho acuerdo.
Pues eso, que a ver si de una vez por todas, el actual consistorio palmesano deja el patrimonio escultórico en el lugar que se merece, que desde luego no es el que tiene ahora: abandonado, sucio, semioculto, sin el nombre de sus autores… ¡Vergonzosamente olvidado! Por eso, cuando llegue el otoño, volveremos a dar un paseo por donde están dichos monumentos y contaremos cómo es su estado. Es decir, damos tiempo para que ‘a quién corresponda' les devuelva la dignidad que se merecen.