Si algo caracteriza la mañana sabatina en el barrio de Sindicat es la quietud. Los vecinos toman un café tardío mientras albañiles y obreros trabajan sin pausa, pero sin prisa; allí parece que no se escucha más que el tímido tráfico de las Avenidas. Aunque, si se aguza el oído, puede llegar a percibirse cómo desde la Sala Delirious brota un torrente de carcajadas. El pasado fin de semana, este pequeño teatro del centro de Palma acogió un taller para payasos de hospital, impartido por el codirector de la sala, Luis Venegas, junto al primer payaso de hospital en España, Camil Casasnovas.
«A menudo la gente no entiende qué es un payaso de hospital. Es más profundo e intenso de lo que se cree. A lo largo de tres días, en este taller introductorio enseñamos cómo ser payaso en el ámbito hospitalario. Si en el teatro jugamos con la comedia sin considerar las emociones del público, en el hospital es diferente: intentamos cambiar el ambiente del paciente, que olvide el dolor por un momento. Se juega con la empatía, que no debe mostrarse en su totalidad y, de algún modo, tratamos de humanizar la comedia», sostiene Venegas, que también es payaso de Sonrisa Médica. Con la máscara ajustada, simple esfera de gomaespuma roja, se transforma en el Dr. Átomo.
De esta manera, a lo largo del taller los participantes aprenden el estilo clown y su aplicación en el hospital, donde no se relacionan solo con el paciente, sino con sus acompañantes y con el personal sanitario. «Un hospital es un lugar vulnerable, se deben tener los cinco sentidos bien abiertos, todas las antenas activadas. Si en la sala hay alguien molesto o incómodo, no vale la pena actuar. Al entrar en una habitación, debes oler el ambiente, no te puedes venir arriba por un gag que salga bien: si alguien lo está pasando mal en la sala y no lo percibes, no estás ayudando, sino todo lo contrario», razona Venegas.
«Cuando se alarga lo patético, se convierte en comedia; cuando se alarga lo cómico, resulta patético», es solo uno de los consejos que les lanza a sus alumnos Camil Casasnovas que, desde 1994, interpreta al enfermero Aspirino. Además de la brevedad en las intervenciones, Camil enumera algunas de las claves que necesita el payaso de hospital: «Desde la primera formación que recibimos de Sergi Claramunt y Caroline Simonds, nuestros maestros en París, nos indicaron que es necesario ser payaso profesional, es decir, dedicarte al mundo del clown, ser una persona optimista y vital, alegre y con ganas de vivir, además de tener una buena estabilidad emocional. Nunca he pensado en dejarlo, pero sí he pasado momentos difíciles. Por suerte la asocación nos brindó apoyo psicológico de inmediato. Es importante aprender a ‘no llevarte a los niños a casa', a cerrar la taquilla; si no eres capaz, no puedes dedicarte a este trabajo», afirma el veterano payaso.
Durante el curso, los alumnos se esfuerzan por crear gags complejos, de altura, y los profesores les demandan sencillez y honestidad: «Quiero ver a vuestro payaso», les indica Camil. «El payaso eres tú mismo. No es como en el teatro, donde un día interpretas a un capitán pirata, un astronauta o un espía. Opino que, con el payaso, no te alejas de ti mismo. Mi consejo es que se alimente al payaso con las experiencias de tu vida. El payaso de hospital es una vertiente del clown, y está en crecimiento», concluye Camil.
En la actualidad Sonrisa Médica cuenta con más de una veintena de payasos en sus filas y llega a seis hospitales de Balears –Son Espases, Son Llàtzer, Fundación Hospital de Manacor, el Hospital Comarcal d'Inca, el Hospital General Mateu Orfila y Can Misses–. Y hoy, por primera vez en la Isla, tras la experiencia positiva en la Residència Geriàtrica de Maó, en la que actúan desde hace un año, Sonrisa Médica llega a la residencia de Son Caulellas, gestionada por el IMAS, donde tratarán de alegrar la tarde de sus residentes.