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Catorce corales y una banda unidas para Mallorca Sense Fam

La música clásica con aroma a Semana Santa y gospel amenizan la gala benéfica de este domingo en Trui Teatre

Mario Errea, director del espectáculo. | Xavi Solà

| Palma |

La Cantata Mare Dolorosa, de Pedro J. Viso; Es Devallament, de Martín Herrera; y The Gospel Mass, de Jacob de Hann, sonarán de la mano de Mario Errea, director de La pasión de Cristo, un espectáculo que reunirá a catorce corales y un narrador –Gaspar Servera–, dinamizados por la Banda de Música de Son Rapinya sobre el escenario de Trui Teatre este domingo, a partir de las 19.30 h, a beneficio de la ONG Mallorca Sense Fam.

«Mallorca Sense Fam se encarga de dar de comer a entre 160 y 180 familias semanalmente, y siempre van justos», detalla Mario Errea, que anima a los amantes de la música a no perderse este concierto con un enorme poder emocional. «El boca a boca y las redes sociales son la única difusión que hemos hecho del concierto, no vamos a gastar ni un céntimo en publicidad porque queremos que todo lo recaudado llegue íntegramente a la organización». En esa misma línea se expresa Juan Rosselló, director de los cantantes, «la motivación es brutal, participamos porque nos apasiona la música pero también porque hay un hilo benéfico detrás. Cuando ves a todas las corales ensayar, invertir tantas horas de forma desinteresada para una causa solidaria el subidón es brutal».

Las corales

Con su amalgama de voces tersas, rugosas, timbradas o matizadas, pero todas ellas pródigas en expresividades, las corales cuajan una interpretación ajustada a los diferentes estados de ánimo que sobrevienen a lo largo del programa, compuesto por tres piezas. Rosselló describe la primera de ellas, Cantata Mare Dolorosa, como «lo más grande que existe en esta vida a nivel de sentimiento, letra e historia. Es una cantata que me apasiona, narra el momento del Via Crucis de Jesucristo». Esta pieza de 25 minutos de duración tiene una potente carga emocional que se vive entre bastidores y sobre el escenario, «hay gente del coro que rompe a llorar mientras la canta», agrega el director de cantantes. Lo confirma Errea, «en la Cantata hay músicos que dejan de tocar porque necesitan llorar, es muy emotivo, pone la piel de gallina».

La segunda parte del programa estará amenizada por Es Devallament, una pieza de Martí Herrera dedicada al davallament del Viernes Santo de Lloseta, que incorpora «una melodía muy sencilla que te cala en la mente» describe Errea. The Gospel Mass, una alegre misa gospel del compositor holandés Jacob de Haan, será la responsable de bajar el telón del espectáculo. «Esta pieza de seis movimientos es muy fresca, contrasta con la cantata que es muy densa, la idea es que la gente se vaya a casa con una sonrisa», añade el director del espectáculo, quien a lo largo de la entrevista no pierde la sonrisa, recurriendo de tanto en cuando a un fino humor.   

La suma de su perilla inmaculada y las lentes le confieren un aspecto de científico genialoide; aunque el bueno de Mario Errea también podría pasar por profesor universitario, de los enrollados, con su verbo fácil y esa apertura de miras que no entiende de edades. Nació en plena fiebre Beatles, pero a este navarro inmune al virus pop que ha paseado su arte por València, Girona y Mallorca, lo que le remueve por dentro es la música clásica. Su apostolado son los Bach, Wagner, Beethoven, Mahler y compañía, aunque «también me gusta Enya», desliza en su descargo mientras rememora la cantidad de horas que le han echado a este concierto de noble causa. «Habrá un total de 300 voces, además de los 65 miembros de la banda de Son Rapinya, pero no coincidirán sobre el escenario», subraya con ironía. Aquello parecería el camarote de los hermanos Marx, le replico. «En efecto, dirigir un espectáculo de estas dimensiones es una locura». Rara vez el público podrá disfrutar de semejante volumen de músicos y voces sobre un escenario, «sobre todo sin que nadie cobre un solo euro, ese es el primer mandamiento de esto», añade Rosselló.

Errea y Rosselló animan a los indecisos a hacerse con una entrada para el espectáculo, por su carga solidaria y por pasar un domingo en volandas de melodías que elevan los sentidos, «todos van a disfrutar, tanto público como corales y músicos, que no sentirán que van a trabajar en domingo. El único que sentirá presión soy yo, que tendré que estar pendiente de todo», agrega el director musical con los hombros encogidos y una sonrisa.

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