Silvia Ponce Martín es una joven palmesana que estudió para ser profesora de Educación Especial, carrera que nunca ejerció por dedicarse plenamente al espectáculo, sobre todo en verano dado que en invierno la contratación es un poco más difícil, «ya que muchos hoteles en los que trabajo están cerrados, aparte de que cualquier programación en cuanto a espectáculos invernal es siempre bastante inferior a las del verano. Mis escenarios habituales son los hoteles, aunque también actúo en bodas, bautizos y comuniones. Pero, sobre todo, trabajo en el ocio nocturno en general, en fiestas privadas y fiestas que se celebran en barcos. Este último es un mercado emergente muy interesante, con pocos espectadores, pero es gente, casi toda extranjera, de mucho nivel».
Silvia, que como artista viene de la gimnasia rítmica y el ballet, inició su carrera como partenaire de mago para, a partir del 2021, trabajar sola, con manipulación de elementos malabares, para, poco después, dar entrada al hula hoop normal y luego el de fuego, para el que utiliza un aro de acero. «Se trata de un espectáculo un poco peligroso pues, aunque pongas todo el cuidado, no puedes evitar las quemaduras del aceite de parafina, que es el que origina el fuego. Pero son quemaduras, generalmente en brazos, manos y piernas, sin importancia, a las que te vas acostumbrando. ¿Que qué hago si me quemo? Pues sonrío y continuo con el espectáculo».
Como ha contado, son muchos, y diversos, los escenarios en los que actúa. Y suponemos que diversos porque no debe ser lo mismo hacer una actuación ante un público extranjero, en el salón de un hotel, donde hay niños, y también mayores, que juegan y hablan, sin prestar mucha atención al artista, que hacerla en un teatro.
«Sí, así es –asiente Silvia–. Yo acudo a todos los escenarios que me contratan, pero reconozco que mi escenario favorito, porque es en el que me siento más a gusto, y porque en él puedes crear una gran coreografía, es decir, hacer más cosas durante tu actuación, es el teatro, y cuanto mayor sean sus dimensiones, mejor. Y lo digo por experiencia, porque he actuado en hoteles, discotecas y en teatros, como el Teatre Principal, de Palma, en el Auditorio de Palmanova, en el de Peguera… Pero es que, como digo, el artista tiene que actuar donde le contraten, por eso te encuentras con mejores y no tan buenos escenarios a los que te tienes que acoplar».
Las Vegas... ¿ Y por qué no?
La ilusión de Silvia es la de trabajar en un crucero, y ya puestos, en uno de los casinos de Las Vegas, algo que no descarta hacer en el futuro. Pero hay que darle tiempo al tiempo… Porque todo es tener la suerte de que se cruce en tu camino alguno de los muchos cazatalentos de los que circulan por el mundo, te vea, le guste lo que haces y te contrate para que actúes en maravillosos escenarios, aunque sean lejanos. Que hoy no hay nada lejos, dicho sea de paso… Mientras tanto trabaja en la Isla, sea en tierra, sea en mar, acudiendo a donde le llaman.
«Y la verdad es que no me puedo quejar en cuanto al trabajo que consigo gracias a excelentes contactos que tengo, y más que vas haciendo a medida que vas trabajando. Sí, los contactos y las agencias son los que nos lo proporcionan. ¿Que la mayoría son para trabajar en hoteles…? ¡Pues que duren!».
En la actualidad trabaja con su pareja, aunque en roles distintos. «Él se encarga de lo musical, mientras que yo me responsabilizo de lo visual. Es decir, él pone la música apropiada para el espectáculo, que generalmente es música rock de los 80, y yo doy ese espectáculo. Y como estamos muy compenetrados, todo funciona».
¿Que como fue lo de dedicarse al espectáculo del hula hoop? «Pues reconozco que me animó mucho a ser artista, y a ser artista del hula hoop, el programa Veo, veo, que presentaba Teresa Rabal, en el que actuaban niños, y entre ellos una niña que lo hacía muy bien. Me llamó la atención ver cómo movía el aro en torno a la cintura, piernas… Si ella lo hace –me dije–, también lo puedo hacer yo…».