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Fin de fiesta y 'Correfoc'

Nueve ‘colles’ y tres ‘bèsties de foc’ hacen arder el centro de Palma, clausurando las fiestas de Sant Sebastià 2023, con 180 kilos de pólvora

Los ‘bufadors’ encendían con un soplo los tridentes de los demonios. | Pere Bergas

| | Palma |

Multitudinaria acogida al Correfoc que puso fin al programa de fiestas de Sant Sebastià 2023, en el que participaron más de medio millar de personas, entre los 270 dimonis y 170 percusionistas de batucada, así como un nutrido dispositivo de seguridad, compuesto por la Policia Local de Palma y Protecció Civil, que velaron en todo momento por la seguridad de los ciudadanos que disfrutaron del espectáculo pirotécnico.

Un correfoc que comenzó, después de dos años sin celebrarse a causa de la pandemia, con gran expectación y una increíble puesta en escena, a ritmo de batucada y pirotecnia, en el puente de Sa Riera. Una fiesta muy participativa a la que se sumaron muchos ciudadanos y que tuvo en su inicio más de diez minutos de retraso sobre el horario previsto. Al observar numerosos niños en las barreras, cercanas a la zona de salida de las colles, un policía advirtió del    peligro que corrían: «¿Sabéis cómo funciona? Vienen tirando chispas y no paran de avanzar», expresó a viva voz el agente. Parecía que el público sabía a lo que iba.    Mientras algunos vestían la indumentaria y protecciones adecuadas, otros pecaron de primerizos y se llevaron algunas quemaduras leves en piel o cabello por no hacer caso a los consejos de la organización. La avenida Jaume III hasta la plaza Joan Carles I fue el circuito por el que desfilaron los dimonis, que realizaron el recorrido sin prisas y muy bien organizados.

Palma, un infierno

Mucho público, entre familias y grupos de amigos, turistas y residentes, disfrutando y padeciendo del ‘infierno’ en el que se convirtió la zona comercial por unas horas. El fred de neu no empañó el espectáculo que hizo arder el centro de Ciutat. La ambientación durante todo el recorrido estuvo arropada por cañones de luces blancas y rojas, simulando lo que podría ser el auténtico averno. Los traviesos y escurridizos dimonis se mezclaban entre el público, realizando pillerías y movimientos obscenos. El humo de la pólvora y las chispas de la pirotecnia cegaban a quienes, cámara fotográfica o smartphone en mano, intentaban captar estampas en plena acción y es que cada vez son más lo que intentan hacerse con un recuerdo en forma de fotografía.

Los numerosos miembros de las colles de dimonis de Son Sardina-Enfocats, Trabucats, Es Cau des Boc Negre, Maleïts Encabritats, Kinfumfà, Realment Cremats e Incubus demostraron un derroche de entrega,    y entusiasmo, al igual que cada uno de los percusionistas de las batucadas que tocaron sus instrumentos sin cesar en ningún momento.

Las bèsties Drac i Guardians de Sant Jordi, s’Òliba de la Real y es Drac de na Coca fueron ovacionadas por los presentes a su paso. Según el Ajuntament de Palma, alrededor de 33.000 personas disfrutaron del Correfoc. Un espectáculo que duró más de dos horas y en el que la gente, tras finalizar, quería más fiesta. En especial los grupos de jóvenes como Enmanuel Rincón, quien junto a sus amigos acudían por primera vez al Correfoc. «No habíamos venido nunca y la verdad es que te pone la adrenalida a cien». Otros, por el contrario, como la familia Ruiz-Díaz estuvo junto a sus tres hijos bajo los soportales viendo el espectáculo desde la distancia. «Dani, tiene cuatro años y la verdad es que se asusta bastante, pero sus hermanos, Marta y Luis, ya quieren acercarse a los dimonis. ¡Tienen menos miedo que nosotros!».

Los silbidos de la pólvora fueron incesantes en todo el recorrido, y aquellos que olvidaron los tapones lo recordaron a la hora de irse a dormir. También se instalaron dos pasarelas elevadas en las que los dimonis fueron desfilando, jaleados por los presentes,  mientras exhalaban bocanadas de fuego e invocaban al Maligno. A medida que alcanzaban la plaza Joan Carles I, las colles finalizaban sus diabólicas coreografías entre chispas y con los bailes y saltos del público, mientras las bestias aguardaban para realizar el gran baile final, que tuvo lugar a las 21 horas. Una danza que se realizó entre el jolgorio y la alegría desmesurada.

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