A simple vista, la ilustración del cartel de las fiestas de Sant Sebastià, obra de Antonio Fernández-Coca y Mikel Oleaga, luce como una visión un tanto prosaica del Drac de na Coca. A un servidor le evoca al Cobi –y no pregunten por qué–, aquel engendro de fisionomía peculiar surgido de la mente inquieta de Javier Mariscal, quien, como nuestro protagonista, supo trasladar su énfasis creativo al papel. Ilustrador y titular del área de Expresión gráfica de la UIB, Fernández-Coca tiene un portafolio abultado, reflejo de una sólida carrera.
Mallorquín de adopción, jerezano de nacimiento y toledano de concepción (asegura ser ‘fruto de una noche de tormenta toledana'), nos hace un hueco en su apretada agenda. Acaba de salir de una reunión y parece algo despistado, pero de sus primeras respuestas emerge una persona lúcida, inteligente y muy divertida.
¿Fue sencilla la interacción con Oleaga?
–Sí, trabajar con él es muy fácil, y debo reconocer que hacerlo conmigo también.
¿Coinciden sus respectivas visiones del fenómeno creativo?
–No, de hecho le elegí por ese motivo. Tenía ganas de pegar un salto hacia algo diferente y pensé que debía hacerlo en compañía de alguien radicalmente diferente.
Describa el cartel para quien no lo haya visto…
–Es el Drac de na Coca, un personaje tradicional mallorquín que hemos humanizado dándole piernas humanas.
Más allá de la figura popular, ¿en qué se inspiraron en este trabajo?
–Con respecto a la ilustración, quería hacer una evolución del color de mi propio trabajo. En el apartado tipográfico, queríamos recuperar y rediseñar la tipografía que se ve en edificios emblemáticos como el de La Lonja.
¿Se peleó mucho con la ilustración o la creatividad fluyó?
–Yo no me peleo con nadie (risas), el dicho de ‘dos no se pelean si uno no quiere' lo llevo a gala en mi vida.
Imagino que el montante del premio no le sacará de pobre, pero... ¿alivia pensar que la cifra no levantará el revuelo del caché de Antònia Font?
–(Risas) Me dio mucho coraje que con la cantidad de cosas que se han currado en el programa de fiestas algunos se quedaran con el comentario de un partido político.
A la hora de enfrentarse al ‘lienzo en blanco', ¿cree que su perfil transversal le permite ver más allá del ilustrador al uso?
–Claro. En mí conviven diferentes perfiles y el de profesor es muy potente, en ese rol me gusta pensar más allá.
Dibujar, como cualquier otra expresión del arte, ¿le exige un sacrificio?
–No, un sacrificio supone hacer cosas que no te gustan y a mí esto me encanta.
¿Cuáles son sus referentes?
–La explosión de colores que se da en la calle, y en cuanto a autores, pues ninguno y todos.
¿Y sus temáticas favoritas?
–Depende del proyecto, aunque hay temas que no toco como la violencia o el sexo.
Como Edward Hooper, ¿para crear necesita el silencio, o prefiere envolverse en música?
–Soy muy pragmático, dejo una lista musical, Spotify me tiene muy calado (risas).
¿Y qué artistas ‘supervisan' su obra?
–Un contraste entre la música barroca y Antònia Font.