El paso de los barcos vikingos por las Islas Baleares pudo cambiar el destino y la historia. Hoy en día, en una jornada clara y de buena mar, es posible arribar del archipiélago balear a la costa de África o viceversa en cuestión de no demasiadas horas. Pero antaño moverse por una superficie donde las aguas todo lo abarcan no era tan sencillo. Navegantes y exploradores, comerciantes ávidos y furibundos guerreros; así se suelen representar los principales rasgos de la condición vikinga. Ahora una nueva lectura de los hechos históricos remite a la primera expedición vikinga que en parte transcurrió por nuestra tierra, abriendo un mundo de posibilidades sugerentes que se constata gracias a una curiosa evidencia científica.
Un artículo publicado recientemente por National Geographic traslada una remozada visión que ensalza a los vikingos como descubridores de nuevas tierras, y sugiere que tras atacar los principales puertos de Mallorca, Menorca y las Pitiusas en su viaje a las tierras del sur, los nórdicos conocieron y recorrieron África. De ser así lo habrían hecho mucho antes que los célebres navegantes portugueses, según la historiografía tradicional los primeros europeos en 're-conocer' las tierras africanas en el Medievo tras los siglos oscuros que siguieron a la caída de Roma, y también en adentrarse por primera vez en nuevos horizontes repletos de recursos y posibilidades.
En este anterior artículo publicado en Ultima Hora recordamos cómo los vikingos martirizaron distintas zonas de las penínsulas Ibérica e Itálica, así como Sicilia, la Costa Azul francesa, y puertos norteafricanos. En un viaje de ida hacia lo desconocido un número incierto de naves vikingas viajó al sur, surcó el Atlántico y se adentró en el Mediterráneo con el objetivo de hacerse con el mayor botín posible. Sabemos que sus hombres y mujeres fundaron la Rus de Kiev, que protegieron y pusieron contra las cuerdas a Bizancio al otro extremo del Mare Nostrum, y que sus conquistas configuraron de forma definitiva Normandía y las Islas Británicas.
Pero hay mucho más. Algunos sostienen que sus periplos marítimos los llevaron hasta Norteamérica mucho antes que otros europeos, y posiblemente el alejado continente negro tampoco se resistió a su 'curiosidad'. Existe consenso sobre que la primera acometida vikinga contra Mallorca sobrevino en la segunda mitad del siglo IX. Luego vinieron más ataques como otro recordado en Menorca, protagonizado por el rey Sigurd cuando se disponía a asaltar Jerusalén. Conviene retener la fecha mencionada porque contextualiza bien los hechos que pasamos a relatar. El camino de regreso al norte de Europa de la escuadra vikinga fue más que movido.
El polifacético sabio andalusí Abu Abdullah al-Bakri constituye una de las principales fuentes en este relato. En sus textos históricos acota como majus a cierto tipo de paganos bastante especiales. La prestigiosa revista norteamericana mencionada anteriormente los describe brevemente en palabras del autor: «Majūs, que Dios los maldiga, llegaron a Nakūr en el año 244 (858–859). Tomaron la ciudad, la saquearon y esclavizaron a sus habitantes, excepto a los que se salvaron huyendo (...) Los Majūs se quedaron ocho días en Nakūr». National Geographic menciona que el mismo relato ha pasado a la posteridad en la pluma de otros autores, «incluido el historiador hispanoárabe del siglo X Ibn al-Qūṭīya, otros posteriores como Ibn Idhārī e Ibn Khaldūn, e incluso aparece una versión en la Crónica cristiana de Alfonso III».
Pero, ¿qué es Nekor? El autor que vivió hace más de mil años se refiere así a uno de los mayores y más florecientes centros económicos y culturales de todo el norte de África, además de uno de los primeros reinos islámicos de la región. Ocupando parte del actual territorio de Marruecos, vivía inmerso en las guerras fraticidas entre musulmanes cuando los drakkar vikingos de Hastein y Björn Piel de Hierro desembarcaron en su costa. De tal modo el hijo del mítico Ragnar Lodbrok, más conocido por el gran público desde la superproducción de HBO y Canal Historia Vikings, pudo ser uno de los capitostes nórdicos que hizo con Nekor lo mismo que antes hicieron con las poblaciones más ricas de Mallorca y el resto de Islas, o con las ciudades de Algeciras, Orihuela y tantos otros enclaves que se cruzaron en sus caminos.
Tal y como mencionan los autores musulmanes de la época, Nekor sufrió saqueo durante ocho días y ocho noches en las que abundaron los actos de pillaje y todo tipo de desmanes. Muchos habitantes del reino fueron hechos esclavos de los vikingos, y alguna crónica menciona que Hastein compró blámenn, que posiblemente pueda traducirse como «hombres azules». Quizás esos fueran hombres bereber o amazigh del desierto, los pueblos nómadas o tuareg por los que alguien pagaría un muy buen precio en un bullicioso mercado de esclavos ubicado en un punto determinado del río Liffey. Allí se estableció el gran asentamiento vikingo que con el tiempo dio lugar a la actual Dublín, capital de Irlanda.
Más allá de las citas en textos antiguos contamos con un dato científico que tiende a avalar las correrías de los vikingos en la ribera sur del Mediterráneo y el Atlántico alrededor del siglo IX, justo el momento en que Nekor sería un 'bocado' especialmente apetecible para su gusto. Es un dato curiosísimo, tal y como explica National Geographic, apuntando que los arqueólogos no hallaron sobre el terreno ni rastro de unos hechos que tuvieron lugar hace casi mil doscientos años. Pero todo lo cambió una investigación publicada en la revista sobre biología Proceedings of the Royal Society B., editada por la Royal Society.
Por curioso que parezca en este trabajo los investigadores se fijaron en los ratones de Madeira, la isla que administrativamente pertenece a Portugal y que se sitúa a algo más de 600 kilómetros al oeste de la costa africana. Pues bien. Parece que los ratones de Madeira no son originarios ni endémicos del archipiélago. Los restos óseos de los roedores acreditan que estos pequeños mamíferos podrían haber llegado a Madeira en un barco vikingo poco después de la conquista de Nekor. ¿Por qué? Porque los análisis expuestos en la revista especializada británica demuestran grandes similitudes en el ADN mitocondrial de los ratones de Madeira con los que moran en las tierras escandinavas y el norte de Alemania, el tradicional hogar de los vikingos. ¿Casualidad o serendipia?