Como cada lunes por la tarde, Hilaria, Irma, Elizabeth, Isabel, María, Adriana y Lucero se acomodan en una de las aulas de la Fundació Monti-sion Solidària, entre patrones, retales, máquinas de coser, hilo y aguja, con la excusa de aprender a confeccionar todo tipo de prendas y complementos textiles. Se trata de la iniciativa de formación ‘Costureras Solidarias', que se ofrece desde el año pasado, entre otros muchos talleres y actividades, a todas aquellas personas migrantes que reciben ayuda y alimentos de la fundación.
Así, mientras las profesoras voluntarias Isabel Guasp, Mª Luisa Rayo, Toñi Soler y Divina Paz Todó les muestran los rudimentos de técnicas como patchwork, crochet y costura a máquina, las usuarias disfrutan de un punto de encuentro en el que pueden socializar, desahogarse, compartir sus inquietudes y problemas y apoyarse mutuamente. «Lo mejor de coser es que es una actividad que solo involucra las manos; mientras tanto, puedes mover también la lengua y, al final, como si se tratara de una terapia grupal, sale todo: traumas, preocupaciones, dramas, alegrías, sueños, esperanzas,... Mientras cosen, hablan, y de eso se trata», resume Divina Paz Todó, coordinadora del proyecto, que arrancó el pasado mes de abril con un grupo de mujeres procedentes de Mali y que actualmente cuenta con un total de veinte usuarias de origen latinoamericano divididas en dos sesiones semanales.
«Cuando atendemos a una persona en la fundación, el primer objetivo es darle alimentos para cubrir una necesidad básica, pero también es importante facilitarle ciertas actividades que le ayuden a establecer relaciones de amistad, además de conocer la cultura y costumbres de la Isla», añade. Así, «el objetivo prioritario del taller es la interrelación y socialización entre grupos de iguales, facilitando la integración laboral y social de las beneficiarias que, debido a su condición de migrantes, pueden tener ciertas carencias en el ámbito de las relaciones interpersonales y amistades».
Una actividad útil
En ese sentido añade que «durante el taller, además, aprenden a elaborar productos textiles que son fáciles de hacer, creativos y que se pueden vender en mercadillos, por ejemplo, con lo que de paso pueden sacarse algún dinerito extra. La costura es una actividad que puede ser muy útil en su ámbito privado, teniendo en cuenta las dificultades que hay en nuestra sociedad para arreglar y reformar ropa, hacer los bajos de un pantalón, coser botones,...». Delantales, manoplas para cocina, cestitas, bolsos, bufandas, neceseres, guantes, carteras y bolsos de Navidad son solo algunos ejemplos del resultado más tangible del curso. Además, las costureras han elaborado 150 bolsitas de merienda que han formado parte de las ‘Mochilas Solidarias' que la fundación reparte cada año a familias en situación de vulnerabilidad.
Sin embargo, lo más importante del taller no se puede tocar. «Estos encuentros refuerzan su autoestima y les ofrecen un espacio en el que se olvidan de los problemas del día a día y disfrutan de una actividad creativa y en comunidad. Hay que tener en cuenta que son personas que han pasado por un duro proceso de migración, teniendo que renunciar a sus raíces y viviendo todo tipo de dificultades», incide Todó.
«Al coser, te concentras tanto que te olvidas del estrés y las preocupaciones», señala Ingrid, chilena residente en Mallorca desde hace 22 años. «Mis hijas dicen que parezco una abuelita, todo el día tejiendo, pero me relaja muchísimo», explica. «En mi casa siempre hay alguna prenda que arreglar. Por eso empecé a venir», revela Irma, boliviana y madre de 4 hijos. «Pero lo mejor es el ambiente, las profesoras y las compañeras son un amor y aquí nos sentimos como en familia», concluye. El 22 de diciembre, muchos de los productos elaborados en el taller estarán a la venta en el mercadillo solidario que tendrá lugar en el claustro de Monti-sion.