A Felicidad González nos la presentó Toni de la Mata en el transcurso de una reunión del Círculo de Escritores de Mallorca. Nos dijo que era poeta. «Habla con ella… Es interesante lo que te cuenta».
Y le hicimos caso. Hablamos.
Nos contó que es leonesa, de Veguellina de Órbigo, que lleva viviendo en Mallorca desde 1982, que comparte su vida con un poeta, Germán Terrón Fuentes, que forman parte de una cooperativa que tiene que ver con la detección de incendios, y que jamás había leído poesía. «Pese a que mi pareja la escribía, yo no la entendía –reconoce a su pesar–. Hasta que un día empecé a escribir. Era poesía que me salía del alma, poesía íntima. Quiero decir que si me pides que te escriba un poema te contestaré que no sé, que no me sale, pero sí te escribiré sobre lo que me fluya. Sí, porque al hacerlo, es como si hiciera una limpieza de mi interior. Mis primeras publicaciones las hice en mi muro de Facebook, y como gustaron, seguí escribiendo, habiendo publicado hasta la fecha tres libros de poesía: Versos despeinados y sin maquillar, Círculo Rojo (septiembre 2017), Yo sin tú, Tarqus editorial (mayo 2019) y Vuelve querida loca, editorial Los Libros del Mississippi (enero 2022)».
¿Quién lee poesía hoy, metidos en un mundo tan materialista y destructivo como el que nos ha tocado vivir…?, le preguntamos, y más cuando el lugar más triste y menos concurrido de una librería –es una frase del poeta Carlos Penas–, es donde están las estanterías con libros de poesía?. «Pues mira –responde Felicidad–, cuando te metes en el mundo de la poesía, te das cuenta de que hay más gente a la que le gusta de la que te imaginas. Por una parte, están los poetas, que somos muchos. Por otra, los lectores de poesía. Y también gente a la que le apetece escuchar poesía. Por eso, tal vez, se nos ocurrió a Germán y a mí llevar la poesía a los pueblos, donde, además de leerla, presentábamos nuestros libros, y los vendíamos. Sí, así nació ‘Poesía de pueblo en pueblo'.
Compramos una furgoneta Camper, la acondicionamos para vivir en ella, y con ella comenzamos a recorrer pueblos pequeños, entre 500 y 1.000 habitantes, de España. Para ello, contactábamos con los ayuntamientos, les presentábamos la idea, solicitándoles únicamente que nos cedieran, durante unas horas de tal día, una de sus plazas más emblemáticas, que colocaran en ella sillas y que nos pusieran una toma de corriente para conectar el equipo de sonido. ¿Que no había escenario? No importaba. Leíamos los poemas a ras de tierra. Y los leíamos Germán y yo, mientras que la cantautora, Amarela, que nos acompaña casi siempre, cantaba sus propios temas. Naturalmente, a Amarela le buscamos un lugar dónde pernoctar, pues, como digo, en la furgoneta solo lo pueden hacer dos personas. ¿Y que pasaba durante el acto…? Pues que al público le dábamos la relación de poemas que íbamos a leer para que fuera quien marcara el orden de lectura. Y a modo de micrófono abierto, les hacíamos participar, entregando a diez o doce de los asistentes otros tantos pequeños poemas para que los leyeran… Y si encima vendíamos los libros, mejor que mejor. Pero lo importante es que con esta actividad conoces gente, y entre ellas promocionas la poesía, pues quieras o no, si al acto han asistido 80 ó 40 personas, al día siguiente ¡seguro! que de él se habla en todo el pueblo».
A veces les llaman
Pero es que también puede ocurrir que no sean ellos los que busquen ayuntamientos para que les dejen leer sus poemas en las plazas, puesto que se ha dado el caso de que fundaciones, como la de Miguel Hernández, los contrate.
«La de Miguel Hernández lo hizo, pagándonos, naturalmente, para que leyéramos sus poemas en diversas localidades de Jaén. Y así lo hicimos, llevando su poesía de pueblo en pueblo, a la vez que también leíamos nuestros versos, mientras que Amarela versionaba poemas del poeta que había musicado. También, desde Vitoria, nos contrataron para el evento ‘Cien poetas en mayo', con el que recorrimos cuatro pueblos de la provincia de Álava, cosa que volveremos a hacer este próximo año.
Como este tipo de actos se suelen hacer en épocas de buen tiempo, para invierno, por ejemplo, han puesto en marcha lo que han dado en llamar ‘Poesía a la carta', que es lo mismo que hacen en la plaza, pero, en vez de ahí, en un local cerrado. «El próximo día 5 de diciembre nos vamos, esta vez en avión, para hacer ‘Poesía a la carta' en A Coruña, Pontevedra, Vigo y Santiago, donde contaremos con la colaboración de cantautores locales para que nos acompañen en nuestras actuaciones».
También tienen previsto, para final de año, acercarse a Menorca, donde tienen comprometidos dos eventos.
En cuanto a Mallorca, «no hemos hecho nada todavía de ‘Poesía de pueblo en pueblo', pero seguro que encontraremos la manera de hacerlo». La idea de recorrer España leyendo versos se hizo realidad a partir de 2017, lo que significa que se encontraron en su camino con la COVID. ¿Qué pasó…? «Pues que, salvo los dos meses que duró el confinamiento, y siempre cumpliendo las normas sanitarias que marcaban los gobiernos, seguimos trabajando, encontrándonos en ocasiones con que teníamos que terminar antes del toque de queda, ya que de lo contrario no podíamos seguir viaje, o que dentro de nuestro itinerario de actuaciones el pueblo donde teníamos que leer poemas estaba confinado. Pero… bueno, durante todo este tiempo nos hemos defendido, no hemos dejado ni de viajar ni de actuar. Vamos, que no nos podemos quejar».
Diremos, por último, que alternativamente a estos viajes llevando la poesía a pueblos de España, Felicidad, junto con Maite Albores, que se acompaña al piano cuando recita, y Alejandra Catalán, o lo que es lo mismo, Femiversas, leen y recitan poemas en Mallorca, «pero en locales cerrados, siendo la experiencia muy positiva».