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Gustavo inaugura la sala Cid

Si no hay nada que lo impida, el pintor tiene previsto casarse con la paraguaya Odila Rodas dentro de un mes

Gustavo al lado de una de sus pinturas. A la derecha, Cid Kiefer, propietario de la galería, con su esposa, Johana. | J.A. MONTAÑEZ

| Palma |

El sábado asistimos a la inauguración de la exposición de Gustavo en El Cid, sito en El Molinar, donde antes estuvo el Club Harlem. En realidad, fue una doble inauguración. Por una parte, la obra de Gustavo, y por otra, la sala de exposiciones de dicho establecimiento, que cuenta, además –en la planta baja– con un club de jazz, que abrió sus puertas por primera vez el viernes. El propietario de los dos locales es el alemán Cid Kiefer, empresario, con casa desde hace dieciocho años en es Portitxol.

Durante su parlamento, Kiefer recordó que había comprado el local donde estaba el Club Harlem en un día de 2019, convencido de que en él podía hacer algo relacionado con la cultura y el ocio. Y lo compró tras habérselo propuesto a Johana, su esposa, y esta haberle dado el sí. Pero poco después, la COVID lo paralizó todo, por lo que su estreno se ha demorado hasta el viernes pasado. Pero como todo llega… Por lo que pudimos ver, Cid Kiefer es persona que entiende de Arte, por ello se ha implicado abriendo una galería, muy espaciosa y bien iluminada, por cierto, en la que tiene previsto hacer exposiciones y convertirla en uno de los referentes culturales de la Isla.

¿Por qué Cid?

A Kiefer le preguntamos por qué se llama Cid, nombre que nada tiene que ver con los nombres que suelen tener los alemanes. «Tiene su explicación –nos dijo–. Mis padres, recién casados, se dieron una vuelta por España en moto, y les llamó la atención la palabra Cid. Y es que estaban rodando la película El Cid, protagonizada por Charlton Heston. Y como tras indagar en la vida de El Cid, y saber quién era, decidieron llamar Cid al primer hijo varón que tuvieran, el cual fui yo. Y yo, que también conozco la vida de El Cid, estoy encantado de que me hayan puesto su nombre». (No sabemos si tiene hijas, y si las tiene si las llama Elvira y/o Sol, nombres de las hijas de El Cid. Porque ya puestos…).

En cuanto a por qué se ha decidido por Gustavo para inaugurar la sala de exposiciones, pues… «Aparte de que es un pintor muy conocido en Alemania, ya que vivió allí cerca de treinta años, y muchos alemanes tienen obra suya, a mí, hace años, me regalaron una de sus litografías, la cual me gustó mucho, y al enterarme que vivía en Mallorca hice gestiones para conocerle. Una tarde estuvimos con él en su estudio, le compré un cuadro, más otros que le he comprado en otras ocasiones, lo cual me ha convertido en coleccionista de su obra. Y, pues ¿quién mejor que él, mallorquín, además de artista muy conocido en Alemania, para inaugurar esta sala?».

Tras despedirnos de Cid Kiefer, nos centramos en los cuadros que expone Gustavo, a quien la relación con la paraguaya Rosa Odila Rodas, con la que, por cierto, se va a casar dentro de un mes –«todo dependerá de los papeles que se requieren», puntualizó el artista–, lo cual celebramos, lo ha rejuvenecido mucho.

Los títulos de sus cuadros

«No sé cuántos años viviré –nos dice–, pero a su lado, seguro que serán años maravillosos. Además, ella puede continuar mi obra, pues entre mis planes están el de crear una Fundación», lo cual no dudamos que sean años maravillosos de convivencia, porque, como decimos, basta con verle... O con verlos. Y es que el amor hace milagros.

Gustavo con Odila Rodas, con quien se casará el próximo mes de diciembre.

Pues bien, dicho lo cual, seguimos sumergidos en el mundo de Gustavo. ¡Maravilloso! Basta con observar sus pinturas, con personajes únicos. Igual que sus colores. ¿Y qué me decís de los títulos que pone a sus cuadros…? Por ejemplo: Familia de ciencia ficción en un paisaje simulado esperando las nuevas dentaduras de bronce de la seguridad social. O como leemos en el cuadro de la derecha, el que está encima de la foto de Gustavo con Odila: El vuelo en globo de un capellán de derechas sobre un paisaje puntillista, acompañado de su sacristán disfrazado de dálmata y de un monaguillo obsceno. También tiene algunos en el que el pedo es el protagonista…

60 años como pintor

¡Ah! Bueno… Antes de que se nos olvide, recordaros que el año que viene se cumplirán sus 60 años como pintor, «pues hará 60 años que hice mi primera exposición, que fue en Palma, en la Galería Minórica, en Passeig Mallorca, mientras que mi primera en el extranjero la hice en Amberes. Desde entonces a hoy habré pintado más de 6.000 cuadros, lo cual no está nada mal». Y otra cosa más, «Odila pinta muy bien, lo digo porque a no mucho tardar presentará sus trabajos en una exposición que hará en nuestra galería, en Capdepera». Y ya, para terminar, otros dos apuntes más. Uno, que los relaciones públicas de ambos locales son Norman Hilman y su compañera del alma, Nermin Goenenc. Una pareja muy conocida a través de las redes sociales, capaces de estar en todas partes en un mismo día.

Y dos, que se inaugure una exposición en sábado, y a medio día, y que acuda muchas personas –entre ellos muchos extranjeros, alemanes y algún que otro norteamericano–, no es habitual en Mallorca. Y como salió bien, es cuestión de planteárselo en adelante…

Pintadas

Y seguimos con más pintadas. Dos en concreto. La primera la encontrarán en una boca calle que da al Carrer de Sindicat. Posiblemente sea una de las paredes más vandalizadas de Palma, por lo que el dueño de la finca debe de estar encantado cada vez que pasa por delante y la ve. Igual que los que tienen una tienda cerca de allí.

La pueden ver en la calle Sindicat.

Es espectacular. Porque si os fijáis, de ella no se salvan ni las ventanas enrejilladas. ¡Qué barbaridad! En pleno centro de Palma, en una de las calles más frecuentadas, encontrarse con esto… La otra gran pintada está en la calle Can Tamorer, esquina con Sant Miquel. ¡Y está bien a la vista!, yendo hacia la Plaça Major. Tampoco tiene desperdicio. En fin... Nos da la impresión de que lo de las pintadas vandálicas en Palma se ha convertido en una causa perdida.

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