Cada año el 21 de octubre se celebra el Día de las Vírgenes, que coincide con la festividad de la mártir Santa Úrsula. Los buñuelos, claveles y serenatas son los protagonistas de esta tradicional fiesta mallorquina. Durante la víspera, el 20 de octubre, era tradición que las jóvenes solteras y vírgenes recibieran la visita de pretendientes y amigos que les dedicarán canciones como Carita de ángel o Las mañanitas y en compensación ellas les obsequiaban con buñuelos y mistela para beber. Sin embargo, esta costumbre ha ido cambiando con los años. Más recientemente los jóvenes se vestían de tuna e iban a los balcones a cantar Clavelitos y recibían el dulce. En la actualidad es cada vez más difícil encontrar este tipo de situación.
Desde hace varios años esta fiesta se celebra sobre todo en los colegios. Allí fue cuando se empezó a instaurar la costumbre de que los niños tenían que regalar un clavel a las niñas y a cambio ellas traían buñuelos. Aunque la tradición marca que los buñuelos deben ser de viento, ahora las pastelerías ya los venden rellenos de crema, chocolate, nata o incluso también salados.
Sin embargo, el motivo histórico de la celebración se debe buscar en el santoral. Esta festividad coincide con la leyenda de Santa Úrsula, en el siglo V, y las 11.000 vírgenes. Santa Úrsula era una joven muy bella e hija de un príncipe británico que fue prometida en matrimonio. Después de ir a Roma en peregrinación, se dirigió a Colonia con su séquito de 11.000 doncellas vírgenes pero allí encontraron que los hunos se habían apoderado de la ciudad. Todas ellas fueron martirizadas al no acceder a los deseos carnales de los ocupantes. Se cree que la creación de los buñuelos fue anterior al culto religioso a una santa británica de nacimiento que murió en Colonia a finales del siglo IV. Esta receta es de orígenes mediterráneos coetáneos a la Grecia clásica y se consumió durante la romanización y también durante el periodo islámico en territorios de España. En Mallorca desde que se celebra esta tradición tan antigua siempre han estado presentes los buñuelos de viento que solían cocinar en su domicilio las madres e hijas.