La fotógrafa Cristina Navarro, afincada en Palma, era pequeña la primera vez que vio los cinco puntos tatuados en la mano del conductor de un autobús. «Me acuerdo de que iba con mi madre, en Zaragoza, y al subir al bus me fijé en la mano del chófer», recuerda.
Los cinco puntos, entre el pulgar y el índice, representan el paso por la cárcel. Cuatro simbolizan los ángulos de la celda y el quinto hace referencia al preso. Cristina Navarro ha retratado a cinco exprisioneros tatuados en cárceles italianas para el proyecto I cinque punti, comisariado por el estudio de tatuajes y piercing Lev. 19:28, en Frosinone.
«Formar parte de este proyecto es un modo de dar visualización y voz a un colectivo muchas veces olvidado. El tatuaje en nuestra sociedad ha perdido mucho significado e impacto visual», cuenta la fotógrafa y boxeadora profesional, que lleva la piel cubierta de tatuajes.
«En ciertos ambientes como la prisión, el tatuaje sigue manteniendo la pureza de sus orígenes. Lleno de significado y dolor, otorga al detenido una identidad, un recuerdo, y hace que su práctica, con una metodología improvisada e ingeniosa, se convierta en un ritual casi ancestral para el tatuado y el tatuador». La fotógrafa espera poder seguir ampliando este proyecto retratando a presos en cárceles de España.