Una de las cosas que más llama la atención a los extranjeros o a los propios españoles que salen del país es la diferencia en los horarios de comida. En España es del todo normal comer entre las 14h y las 15h y cenar sobre las 21:30h, mientras que en la mayoría de países de Europa se come entre las 11:30h y las 13h y se cena sobre las 19h. En la vecina Francia o, incluso en Noruega, se sigue el horario establecido, a pesar de la diferencia cultural y de horas de sol. Entonces ¿por qué España es diferente? ¿A qué se debe este tópico tan español? La respuesta la tienen nuestros relojes.
Cuando el sol se sitúa en el momento más alto, es decir, a las 12h del mediodía, los relojes en España marcan las 13:30h. Esa hora y media de retraso con respecto al horario natural se remonta a 1942. Hasta ese año, España tenía una hora menos que ahora, compartiendo el huso horario (GMT+0:00) con países como Inglaterra o Portugal. Sin embargo, por orden del dictador Francisco Franco se adelantó una hora el reloj en plena Segunda Guerra Mundial para tener la misma hora que la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler, lo que implica estar una adelantados a la hora solar en invierno, y hasta dos en verano. Cabe tener en cuenta ciertos territorios, como Galicia, la parte más occidental de la Península, que podría tener el siguiente huso horario, (GMT-1:00), como Portugal.
Debido a esa hora de más, en España se comienza a trabajar entorno a las 9h y las 10h y se termina a las 19h o 20h -sobre todo si se tiene el famoso horario partido, muy común en España-, mucho más tarde que nuestros vecinos europeos, que acaban su jornada sobre las 18h. Ello provoca la tendencia de relegar el ocio y la comida en España hasta tarde. Algunos expertos advierten que que estos horarios de vida, desacompasados con el horario solar, afectan a la salud, en concreto sobre la calidad del sueño. Cenar muy tarde, justo antes de ir a dormir, provoca un peor sueño y que cueste madrugar. Ha habido propuestas políticas en los últimos años para estudiar la posibilidad de volver al huso horario que nos tocaría y adoptar la hora de Londres, pero, por el momento, ninguna iniciativa está en marcha.