En pleno corazón de Santa Ponça encontramos un pinar de nueve hectáreas donde, cual Tarzán moderno, podemos desplazarnos de árbol en árbol sin tocar el suelo. En total, más de una hora surcando las alturas, entre puentes, lianas y redes, combinando deporte y aventura en tres circuitos divididos en diferentes niveles de dificultad. Eso y mucho más ofrece Jungle Parc Mallorca, un lugar donde poner a prueba nuestra destreza, fuerza física y capacidad de trabajo en equipo. Con todo, asegura Marco Virtudes, encargado del parque, que «hay gente con pocas habilidades físicas que completa el recorrido sin problemas, mientras que otros que están más en forma acaban agotados».
Y es que, tal como reza el refrán ‘más vale maña que fuerza'. Lo corrobora nuestro joven interlocutor: «Aquí lo importante es seguir nuestras indicaciones, si lo haces el recorrido es más fácil, si vas a la tuya y no haces demasiado caso te va a costar más». Por su propia experiencia, afirma que lo de escuchar y poner en práctica los consejos se le da mejor al género femenino, que luego «se desenvuelve mejor en el circuito. Ellos van con la idea de ‘como estoy en forma puedo hacerlo sin problemas', e intentan ir más a la suya y luego lo sudan de lo lindo». Otro factor que cae del lado femenino es tener «el centro de gravedad más bajo».
Obstáculos
Discurrir entre árboles, sentir que estamos caminando por el aire, superar obstáculos, sentir el viento al deslizarse por las tirolinas y experimentar el excitante vértigo de la altura es uno de los grandes alicientes que nos brinda este parque que reduce a cero la posibilidad de caídas y permite disfrutar de los juegos sin ningún riesgo. «Lo peor que puede pasarte es que con el movimiento se te remueva un poco la tripa o que te marees, pero son pocos los casos que hemos tenido». El único requisito para poder disfrutarlo es medir más de 1,05 metros en el caso del denominado recorrido ‘Piratas' –pensado para los más pequeños–; 1,40 metros en el trazado ‘Explorador', y por último, 1,50 metros en la prueba más exigente, el recorrido Extremo.
Todas las estructuras, plataformas y cables fueron instaladas en mitad del bosque, por lo que la actividad tiene un fuerte contacto con la naturaleza. Antes de sumergirse en el recorrido acrobático-forestal, cada participante recibe una charla instructiva y los materiales de seguridad pertinentes, ya que hay plataformas que están a más de diez metros de altura. Los guías tutelan cada metro de un trazado calculado al milímetro, que los visitantes rematan en poco más de una hora, pero que ellos, que cada mañana antes de abrir el parque deben testar para comprobar que todo esté en regla, completan en apenas «unos quince minutos». Ver el rostro de la gente mientras se desplaza a cierta altura y velocidad en tirolina es todo un espectáculo, no apto para quienes sufrimos de vértigo.