En su momento más íntimo, cuando alumbran una nueva vida en un episodio a la par desgarrador y mágico, cada vez son más las mujeres que optan por fotografiarlo. Es posible que a alguno le suene aún extraño, pero la tendencia viene al alza desde Estados Unidos y Brasil, donde incluso se oferta en los mismos hospitales como un servicio de lo más normal. En Mallorca, el interés va en aumento. Hay ganas, pero por vergüenza o desconocimiento, la mayoría no se atreve.
«La gente tiene miedo a las fotos de nacimientos. No es nada oscuro ni que no se pueda ver. Es algo precioso», reconoce Laura Barceló -del estudio Little Smith-, que lleva ocho años fotografiando estos momentos, con más de veinte partos a sus espaldas. Hay tres cosas por las que durante toda la historia, asegura, se le ha tenido miedo a dar a luz: la vida, la muerte y la sexualidad de la mujer, elementos que marcan ese ambiente, tan distinto a cualquier otro momento y que están en juego constantemente. Lejos del temor y el pudor, reivindica que se trata de un instante precioso que te cambia la vida: «Si quieres tener fotos de cualquier momento de tu vida, ¿por qué no vas a tenerlas del nacimiento de tu hijo?». Barceló era hasta ahora la única fotógrafa especializada en este ámbito en Mallorca hasta hace unos meses, cuando se instaló Roxana Ramírez, procedente de Chile, donde estos servicios se estilan más.
El tipo de mujer que se interesa por fotografiar su parto suele ser una madre que reclama un proceso respetado y le da mucha importancia al momento del nacimiento de su hijo. La mayoría de clientas de Laura son madres que ya han tenido un hijo: «Son las que tienen una mayor necesidad, porque saben que se olvidan». La tensión y el gran dolor que soportan hacen que, en muchas ocasiones, no recuerden exactamente qué sucedió, por lo que las fotos las ayudan, después, a reconectar con los momentos en que trajeron una nueva vida al mundo. «Cuando ves la foto, accedes a ese momento y esa emoción», reivindica Ramírez.
Suele decirse que dar a luz es como una cita a ciegas, cuando la madre conoce, al fin, la carita de su hijo, su nuevo amor y compañero de vida. Pocas cosas provocan tal tsunami emocional como un parto, con oleadas de intensísimo dolor, maridadas con un amor absoluto y sincero. Laura y Roxana tratan de plasmar en sus fotografías lo desgarrador y maravilloso del momento, que se descubre en las miradas, en los gestos y los pequeños detalles. Son horas que marcan un antes y un después. «Intento reflejar, sobre todo, las emociones, pero no es fácil. Pasan tantas cosas en un mismo instante que tienes que elegir dónde enfocar. Requiere de mucha rapidez», declara Barceló. «Es casi como ir a la guerra. Vas dispuesto a lo que suceda», da fe Ramírez. Son, subraya, momentos que duran poquísimo, porque todo en el parto cambia muy rápido. En cuestión de segundos se pasa del extremo dolor al amor extremo.
El coste es necesariamente elevado. Un reportaje fotográfico puede rondar los 800 euros. Debido a la imprecisión del nacimiento, el profesional ha de estar de guardia durante las cuatro semanas anteriores a la fecha prevista. Además, de las largas horas que dura el proceso, se necesita un buen equipo fotográfico para poder ofrecer imágenes de calidad en condiciones lumínicas, en ocasiones, muy difíciles: «Si no tienes los medios, la sensibilidad y el conocimiento es difícil conseguir fotos de calidad», remarca Laura Barceló. Fantasmas durante el alumbramiento, los fotógrafos intervienen lo menos posible, dejan que los acontecimientos sigan su curso mientras los retratan. «Muchas mujeres me dicen que no me han visto», reconoce la malloquina, quien entiende que ellas están inmersas en otra esfera de dolor y adrenalina, paralela a la realidad mundana. Para esta faena no valen novatos. Hay que conocer los protocolos sanitarios, los puntos de maniobra para no molestar y hasta qué punto se puede fotografiar.
Lejos de postureo, Laura defiende que para las mujeres, semanas después y con el bebé en brazos, la muestra de imágenes se convierte en un ejercicio, incluso, terapéutico cuando se han producido complicaciones: «Que vean que ha habido una parte de ellas con fuerza y ganas les alivia mucho y mejora su experiencia».
El apunte
¿Es posible en Mallorca?
Fotografiar partos en casa y clínicas privadas en Mallorca no suele suponer un problema -en estos últimos, hay que comentar esta posibilidad con el ginecólogo o matrona-. Por contra, en caso de que el parto termine en cesárea o si se realiza en los hospitales públicos se prohíbe la entrada de una tercera persona -contando a la mujer y al acompañante, normalmente el padre-, por lo que el fotógrafo queda descartado. Queda por ver si en la futura casa de partos que se construirá en Son Espases en el próximo año será posible esta elección.