La Innerdance conecta profundamente con nuestro yo interior. Resuelve los conflictos internos y alinea cuerpo, mente y espíritu, creando recursos para vivir una vida más plena y creativa, en sana comunión con el mundo que nos rodea. Tania Palacios desarrolla esta práctica, relativamente nueva en la Isla, en Espacio Amarte (Palma). Hay quien describe este método como una puerta al intrincado universo de las emociones.
«Innerdance es una práctica de liberación y conexión con nosotros mismos», aclara Tania. Pero, ¿en qué modo se produce dicha conexión? «Nos tumbamos en posición savasana con los ojos cerrados, nos rendimos, confiamos, y empieza un viaje en el que pueden haber sensaciones, movimiento, quietud y todo lo que la persona necesite». De este modo describe el punto de ignición que conduce al «proceso de activación de nuestra propia energía vital».
Durante el transcurso de las sesiones, para las que se usan distintas herramientas, como sonidos, música, contacto físico e incluso olores, se experimentan sensaciones diferentes. «Afloran experiencias físicas, emocionales, visuales o incluso una mezcla de todas». Las físicas, explica Tania, consisten en una cierta «sensación de frío y calor, movimientos involuntarios y espasmos musculares»; mientras que las visuales pasan por «imágenes, colores, formas geométricas, recuerdos muy claros o luces». Finalmente, las emocionales invocan «llanto, risas, cantos, gritos... depende de lo que necesite liberar cada persona».
Tras la catarsis, cuerpo y mente tienden a relajarse. «Se activan diferentes patrones de ondas cerebrales, haciendo posible llegar a un estado de consciencia profunda. Y al acabar la sesión te acompaña una profunda sensación de liberación y tranquilidad». No se acaban aquí los beneficios, que pueden «acallar nuestra mente para ayudarnos a escucharnos mejor, a salir del piloto automático en el que solemos estar en nuestro día a día».
El concepto de expansión mental se apega con fuerza a la Innerdance, como así una terminología nueva para los más profanos, la neuroplasticidad, que consiste en crear «un equilibrio entre la energía masculina y femenina, el sistema nervioso simpático y parasimpático, la electricidad y el magnetismo». La Innerdance está recomendada para todo tipo de personas, de hecho, Tania recibe «a gente de todas las edades, de 18 a 70 años».
¿Y funciona? «Es la parte que más me llena, saber que realmente vale la pena, ver personas que se liberan de emociones estancadas y retoman su día a día con mucha más consciencia y tranquilidad. Para mi esto es un regalo». La autosanación, el empoderamiento personal y el despertar de la energía interna es una recompensa demasiado atractiva. ¿Por qué no probar? Quizá sea cuestión de rendirse sin expectativas a esta práctica, y esperar que irrumpa la magia.